#17 – Eres una amargada

Últimamente, estoy viendo como el adjetivo «amargada» se utiliza para una amplia variedad de actitudes, formas de pensar (y de vivir) y también de estados de ánimo.

Resulta que si tienes ideales, eres una amargada.

Si a veces te enfadas y te cabreas (más que nada porque eres un ser humano y no una Barbie con la sonrisa pintada de forma permanente) también eres una amargada.

Si eres crítica, insumisa, rebelde o inconformista también eres una amargada. Si eres diferente, eres una amargada. La voz discordante es la voz de una amargada, los pies que caminan contracorriente son los pies de una amargada. Si tienes una misión, eres una amargada, si tienes otra visión, también lo eres. Si quieres cambiar el mundo, o tan siquiera cambiar tu mundo, eres una amargada.

Si aspiras a ser libre, eres una amargada.

No te enfades tanto, mujer, sé feliz, disfruta de la vida, te dicen.

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¿Y por qué asumen directamente que tú no disfrutas de tu vida? ¿Por qué juzgan algo tan subjetivo y personal como si eres feliz o no?

El origen de este tipo de comentarios está en una confusión demasiado habitual en nuestros días, que consiste en pensar que felicidad y hedonismo son la misma cosa.

Pero no es así.

La felicidad es, como hemos dicho, algo personal y que depende de la forma de ver el mundo de cada persona. Pero si algo está claro es que la felicidad no es algo inmediato, que se pueda consumir y tirar como si de una bolsa de patatas fritas se tratara. Llegar al estado de realización y paz espiritual propio de la felicidad requiere también sacrificio y esfuerzo. La verdadera felicidad es consciente y se vive con los ojos abiertos, y las personas verdaderamente felices no pasan, ni mucho menos, las 24 horas del día sonriendo; también se enfadan, también se cabrean, y si son felices suele ser porque han logrado desarrollar la capacidad de sobreponerse a las dificultades.

El hedonismo, en cambio, no tiene un carácter tan individual como la felicidad, pues al fin y al cabo todo el mundo, con pocos matices, se rinde ante los mismos placeres (los cuales normalmente consisten en satisfacer los instintos más básicos). A todas las personas les gusta sentir placer, no hay nada malo en ello, pero el hedonismo consiste en ir un paso más allá y vivir única y exclusivamente para recibir ese chute de endorfina que nuestro cerebro reclama a través de las actividades placenteras, como si de una droga se tratara.

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Son dos cosas totalmente distintas, una persona feliz no tiene por qué ser hedonista y una persona hedonista no tiene por qué ser feliz.

Sin embargo, el Sistema nos hace confundir ambos términos y normalmente nos vende como feliz a la persona que es hedonista, que ama vivir rodeada de lujos y caprichos, conseguir con pasmosa facilidad todo lo que desea y tener a un ejército de pelotas a sus pies aunque no tenga un miserable amigo de verdad. Y tilda, directamente, de «amargada» a quien decide dar un sentido más profundo a su existencia y no limitarse a ser hedonista.

Según los criterios actuales, alguien como Ada Lovelace también sería una «amargada», pues en vez de dedicarse a las distracciones típicas de las señoras aristócratas de su época se dedicaba a inventar el primer algoritmo codificado para ser procesado por una máquina, vulgarmente conocido como programa de ordenador, gracias al cual se desarrolló la computación y estás leyendo esto ahora mismo.

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Cuando nos llaman «amargadas», pues, lo que intentan es taparnos la boca, desmoralizarnos, para intentar que entremos en su estúpido juego y renunciemos a la lucha, a la vida y a nuestra propia condición de seres humanos, que cada día, poco a poco, nos la van arrebatando un poco más.

Lo que quieren es llevarnos de la mano hacia un mundo en el que puedan mantenternos controladas, obedientes, sedadas con sus drogas en forma de comida adictiva, telebasura y otras muchas mierdas que no necesitamos y que tan sólo producen un placer efímero y rápido.

Lo que pretenden es apagar esa resistencia que brilla en nuestro interior, para que nos rindamos, para que renunciemos a nuestros más profundos sueños y aspiraciones.

Esto es todo lo que se esconde tras una frase en apariencia inocente…

Pero aquí estamos nosotras para desmontar su lenguaje y pasar por encima de sus mentiras y contradicciones.

 

 

 

 

 

#14 – El proceso de las divas

Las divas de la música y el cine son auténticos iconos que marcan generaciones enteras.

Personas influyentes, que acaparan los tabloides, conquistan las pantallas y arrebatan toda la atención allá donde van. Los mass media se vuelcan en ellas para averiguar hasta el más insignificante de los aspectos de su vida.

Son, habitualmente, gente que ha empezado en el show business desde muy joven; pero hay un hecho que resulta especialmente espeluznante y es que casi todas estas divas atraviesan por el mismo proceso de forma implacable.

El proceso es el siguiente:

  • Fase 1: La niña buena

Esta es la primera fase por la que atraviesan aquellas divas que entran el negocio desde niñas. Algunas comienzan a tener fama por concursos de talentos de televisión, como Britney Spears o Christina Aguilera (ambas, de hecho, proceden del mismo show llamado The Mickey Mouse Club), y en otras salen de series de televisión como Miley Cyrus y Selena Gomez (ambas proceden de Hannah Montana). Suelen ser niñas adorables, encantadoras, y cargadas del halo de inocencia que inevitablemente acompaña a la infancia. En algunos casos, como en el de Shakira cuando comenzó, incluso se les reconoce su propio talento y se les permite componer sus propias canciones (sí, por increíble que parezca ahora, Shakira comenzó tocando la guitarra y escribiendo ella sola sus propios temas, esto es algo que sólo saben sus verdaderos fans).

  • Fase 2: Sexualización incipiente

En esta fase ocurre lo inevitable: la niña poco a poco se va convirtiendo en una mujer. Le salen tetas (y todos sabemos que a una mujer, cuando le salen tetas, se convierte ipso facto en un trozo de carne) y entonces, de forma progresiva, va importando menos el talento de la artista y el foco de atención se va desviando hacia su físico. La diva cada vez enseña más carne, es obligada a aprender coreografías consideras sexys (que por cierto, cada vez son más simples, últimamente se basan en mover el culo arriba y abajo) y se la conmina a adoptar una actitud cada vez más provocadora, con algunos escándalos puntuales de índole sexual (yo personalmente pienso que las supuestas «filtraciones» de fotos de famosas desnudas a manos de hackers están más que preparadas). En esta fase se encuentran ahora mismo, por ejemplo, Ariana Grande y Taylor Swift.

Las famosas que entran en el show business «de mayores» (a partir de los 18 años) como Rihanna, Katy Perry o Lady Gaga suelen comenzar directamente por esta fase.

  • Fase 3:  Reducción total a un objeto

En esta fase ya no hay marcha atrás: la diva en cuestión es totalmente reducida a la categoría de objeto, normalmente sexual (los casos más notorios en la actualidad son Miley Cyrus y Nicki Minaj) aunque también se puede tratar de un objeto de mofa, sin tanto componente sexual (como ocurrió con la intérprete soul Amy Winehouse).

Las letras de las «canciones» ya sólo hablan de sexo, y en sus videoclips o películas aparecen semidesnudas o completamente desnudas. Son más conocidas por sus escándalos que por su música (si por ejemplo, buscas «Rihanna» en las noticias de Google, encontrarás más artículos sobre fotos suyas sin ropa que sobre sus últimos lanzamientos musicales); tienen relaciones viciosas y conflictivas y suelen consolidarse como consumidoras de drogas y alcohol.

  • Fase 4: Pérdida completa de la personalidad

La objetificación ha sido tal que la artista ya no sabe quién es, y ya no es consciente de su valor intrínseco como persona (verdaderamente se piensa y se siente como muñeca). Suelen aflorar trastornos psicológicos que no son sino la consecuencia de años y años de sometimiento mental, la adicción a las drogas y medicamentos se dispara y necesitan ser internadas en hospitales o centros de rehabilitación. A veces sienten leves mejorías y salen, pero pronto vuelven a caer en el gigantesco vacío en el que se han convertido sus vidas. Se convierten en almas desconsoladas.

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En algunos casos, el declive termina con la muerte de la diva en extrañas circunstancias (como ocurrió con Marilyn Monroe o Amy Winehouse); mientras que en otros casos las artistas parecen quedarse de manera indefinida en la Fase 4 o 3 (ya veremos qué les depara el futuro). En cualquier caso, el proceso culmina con la pérdida de identidad de la víctima.

Y sí, digo víctima.

Porque muchos pensarán que estas celebrities no son más que unas zorras que ganan mucho dinero y que son totalmente libres y conscientes de sus actos. Pero la realidad es que son víctimas de un fuerte proceso de programación mental desde su más tierna infancia (y con programación mental me refiero a abuso físico, psíquico y sexual puro y duro). Sinéad O’Connor, una cantante que tuvo su momento de fama en los años 90, le escribió una carta a Miley Cyrus, la cual me permito reproducir parcialmente porque verdaderamente retrata muy bien de qué va esto:

Querida Miley:

[…] Estoy muy preocupada por el hecho de que los que te rodean te han hecho creer, o han alentado tu propia creencia, de que es de alguna manera ‘cool’ salir desnuda y lamiendo martillos en tus videos. De hecho, lo que haces es opacar tu talento al dejarte que te prostituyan, siendo la industria de la música o tú misma tu propia proxeneta.

Nada más que daño vendrá en el largo plazo al permitir que te exploten así. Absolutamente y de ninguna manera lo que haces representa una forma de empoderamiento ni para ti ni para ninguna otra mujer. Lo que estás haciendo es dar el mensaje de que tu valor es tu atractivo sexual más que tu evidente talento. […] Al negocio de la música tú y el resto de nosotros le importamos una mierda. Te prostituirán por todo lo que vales, y de forma muy inteligente, te harán pensar que era lo que tú querías. Cuando termines en rehabilitación como resultado de haber sido prostituida, “ellos” estarán tomando el sol en Antigua con los yates que se compraron por la venta de tu cuerpo. Allí te encontrarás muy sola.

A ninguno de los hombres que te observan tampoco le importas una mierda. No te dejes engañar. Muchas mujeres confunden deseo con amor. Que ellos te deseen sexualmente, no quiere decir que les importas, mucho más si tú misma das a entender que no te quieres ni un poquito. A nadie que realmente le intereses puede aprobar que te dejes prostituir. Y eso te incluye a ti misma”. Sí, estoy sugiriendo que no te valoras a ti misma. Y eso tiene que cambiar. […] Tú vales más que tu cuerpo o tu atractivo sexual. Pero el mundo del espectáculo no ve las cosas de esa manera, les gusta que las cosas se vean de otra forma. Las revistas que te quieren en su portada, o lo que sea, no te hagas ilusiones, todos ellos te quieren porque están haciendo dinero con tu juventud y tu belleza. […]

Le dijiste a la “Rolling Stone” que la mirada de tu video se basa en la mía. La mirada que yo elegí fue una decisión que tomé en un momento en que mi compañía de discos me alentaba para que haga lo que tú estás haciendo. Yo sentí que preferiría ser juzgada por mi talento y no mi aspecto y estoy feliz de haberlo pensado así, sobre todo porque no me veo como antes ahora que tengo casi 47 años de edad y, desgraciadamente, muchas mujeres artistas que han basado su imagen en torno a su sexualidad, terminan en cuando llegan a la edad madura. […] En cuanto a eso de que quieres alejarte de la imagen de Hannah Montana y quien te dijo que desnudarte es la mejor manera de hacerlo está equivocado, no te respetó ni a ti como jovencita ni tu talento. […]

Nos guste o no, las mujeres de esta industria somos modelos a seguir y como tal tenemos que tener mucho cuidado con los mensajes que enviamos a otras mujeres. El mensaje que estás dando ahora es que es muy ‘cool’ prostituirse, y en realidad no es así. Miley, eso es peligroso. Las mujeres deben ser valoradas por algo más que su sexualidad. No somos solo objetos de deseo […]”.

Yo no me voy a centrar tanto en la élite que se oculta tras esto, ni en el obvio impacto que este proceso tiene sobre las mentes más jovenes e influenciables. Voy a hacer más bien hincapié en que esto no es algo único del negocio del espectáculo, sino que es tan sólo la punta del iceberg. Porque en muchas empresas, e incluso en centros educativos, este proceso se repite a pequeña escala: la mujer es paulatinamente reducida a objeto sexual hasta que se desposee completamente de su personalidad; y hay poca cosa que pueda hacer para escapar de esta espiral maldita (no es tan fácil dejar tu puesto de trabajo o tus estudios).

Nos quedamos sólo con la capa superficial, y nos llenamos la boca con palabras como «liberación», «empoderamiento»… Nos creemos una sociedad muy avanzada porque «¡mira! ¡permitimos a las mujeres trabajar y estudiar!», cuando en realidad son demasiadas las que sufren en silencio el machismo más atroz en sus trabajos y en sus escuelas.

¿Y qué papel tenemos nosotras en esto? ¿Cómo podemos cambiar esta grotesca y desagradable realidad?

En el próximo post hablaremos de ello.

#12 – Quiero que seas mía

«Quiero que seas mía»

Habrás oído esa frase miles de veces, en películas, libros, y es posible que incluso en los cuentos e historias de princesas que veías de pequeña. Es como una fórmula mágica, como un hechizo, y si no me crees te voy a proponer un juego: cierra los ojos ahora mismo e imagina a la persona que más te gusta/atrae/de la que estás enamorada susurrándote al oído «QUIERO QUE SEAS MÍA».

¿Notas como se te pone la piel de gallina y te palpita fuerte el corazón? ¿Notas cómo ardes por dentro y un torrente de emociones fluye por tus venas? ¿No tiemblas al pensar en la persona que amas pidiéndote que seas sólo suya? ¿Se te caen las bragas la baba al pensarlo?

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Si es así, siento decírtelo pero tienes un problema. A lo mejor piensas que estoy exagerando, o que quizá me acaba de dejar el novio y estoy pasando por aquella fase de «el amor es una mierda»… Pero no. No van por ahí los tiros.

¿Has pensado qué es lo que verdaderamente significa esa frase, especialmente la palabra «mía»? Vamos a analizarla.

Mía, en esta frase, es un pronombre posesivo, es decir, indica posesión. Así que cuando alguien te dice «eres mía» en realidad quiere decir que te posee, que tú eres de su propiedad, como si fueras un coche, unos calcetines o un cepillo de esos para quitarse la mierda de las uñas de los pies. Y lo mismo ocurre cuando otras tantas frases, como por ejemplo «tú me perteneces».

"Tú me perteneces", obra cumbre de la literatura universal

«Tú me perteneces», obra cumbre de la literatura universal

Pero lo grave no es lo que estas frases significan. Lo grave es lo que estas frases implican.

Cuando perteneces a alguien, tu cuerpo deja de ser tuyo. Ya no eres tú la qué decides qué ponerte, ni para qué ocasión. «Te arreglas para otros y no para mí», te dice tu pareja cuando sales de fiesta con tus amigas y decides ponerte guapísima para ello. Y son frases del tipo «me gustarías más si no estuvieras gorda, o si tuvieras las tetas más grandes» las que llevan a miles de mujeres a someterse a peligrosas dietas y operaciones de cirugía estética. Cuando tu pareja cree que le perteneces, se creerá con derecho a hacer contigo lo que quiera: forzarte a hacer cosas que no quieres hacer, insultarte, empujarte y llegar incluso a darte una paliza… y todo se justifica porque tú eres suya.

Cuando perteneces a alguien, renuncias a tu intimidad y dejas todo tu mundo en manos de esa especie de Gran Hermano que vigila todos tus movimientos. Ya no puedes ir a ningún sitio sin estar «informando» constantemente a esa persona, a quien debes explicaciones de con quién estas, qué haces, de qué hablas, porqué estás o no conectada al whatsapp… Todo tiene que estar bajo el control de esa persona, vives con miedo y bajo la sospecha constante.

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Cuando perteneces a alguien, también has de destruir tus vínculos afectivos con otras personas, porque no puedes ni debes tener amigxs (y mucho menos del sexo contrario), ni hacer caso de lo que tus seres queridos te digan. Implica que no hay más mundo ni más gente que esa persona, de la que dependes absolutamente para sentirte feliz contigo misma. Dependes constantemente de su aprobación, de sus «te quiero», de sus palabras bonitas…

¿¡Pero qué basura milenaria es esta!?

¿¡Pero qué basura milenaria es esta!?

Y además, normalmente, la relación de propiedad es recíproca: ya no sólo tu eres propiedad de alguien, sino que ese alguien también es propiedad tuya. Y eso también es destructivo para ti, porque cuando crees que alguien te pertenece, eso se convierte en una obsesión, en una droga: consumes toda tu energía en intentar averiguar qué hace esa persona, con quién se relaciona… Te conviertes en detective, cuando podrías dedicar tu tiempo a otras actividades mucho más interesantes y edificantes.

Por tu propia salud mental... ¡no te conviertas en novix obsesivx!

Por tu propia salud mental… ¡no te conviertas en novix obsesivx!

Frenemos un momento… ¿verdad que este retrato del amor no es muy agradable?

¿Y, por qué, a pesar de todo, seguimos viéndolo como «normal»?

La respuesta está en que, a lo largo de mucho tiempo, el Sistema nos ha lavado el cerebro para que nosotras creamos que esto es natural, que es que «el amor duele». Y lo hace desde la más tierna infancia, con cuentos en los que las princesas tienen que sufrir terribles penurias para encontrar el Amor, personificado en su Príncipe Azul. Ese es el máximo sueño al que debemos aspirar, es esa la recompensa por la que merece la pena entregar tu voz a una bruja, como en el caso de la Sirenita (muy simbólico esto, por cierto), o incluso entregar tu vida, como en el caso de la Bella Durmiente…

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Mujer, no sueñes (a no ser que sea con un tío)

Pero, ¿por qué tanta historia de amor con final feliz? ¿Por qué tanto bombardeo en revistas, películas, novelas?

¿Por qué todo el mundo te medio obliga a encontrar pareja si estás soltera?

¿Y por qué todo el mundo te critica si tienes (o si quieres tener) una relación que no sea convencional, que no se base en la propiedad ni en la dependencia emocional?

¿Por qué parece que todxs forman un complot contra ti?

Todo esto es porque, cuando aceptas ser PROPIEDAD de otra persona, aceptas convertirte en un objeto, y también aceptas renunciar a tu LIBERTAD como individuo, como ser pensante, viviente, y sintiente. Y si renuncias a tener tu propia libertad, tu propio pensamiento, tu propia conciencia, autonomía y capacidad de tomar decisiones… jamás te cuestionarás el lugar en el que el Sistema te ha colocado. Sí, el capitalismo ha secuestrado una idea tan bella y maravillosa como el amor, de tal forma que sus reglas se basen en las mismas reglas que la propiedad privada… todo para mantenerte sumisa y quieta en tu sitio. Pero no te dejes engañar: el amor basado en la posesión no es amor, sino sufrimiento, sumisión, manipulación y dependencia emocional, entre otras cosas.

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¿Y cómo podríamos combatir esta idea del amor tan amarga y mercantilista?

En mi opinión, la mejor forma de luchar contra el amor falso es con amor verdadero, del bueno, del de verdad. Aquel que no se representa con un candado cerrado, que no «ata», que no «encierra», sino con un candado abierto: tú abres las puertas de tu mundo a otra persona, cuando quieres y como quieres (y las cierras también cuando quieres)… no para «atrapar» a la otra persona ni que ella te atrape a ti; sino para sumar, para construir, descubrir infinidad de cosas nuevas…

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En definitiva, se trata de pasar del «quiero que seas mía»… al «quiero que seas… CONMIGO»

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# 11 – Tú lo que tienes que hacer es sacarte partido

En mi adolescencia, la frase que más escuché (después de «tienes que integrarte», lo que en realidad quiere decir: sé otra muñeca más sin personalidad) es sin duda «tú eres guapa, pero lo que tienes que hacer es sacarte partido».

Betty la Hipster, perdón, Betty la Fea

Betty la Hipster, perdón, Betty la Fea

Y estoy segura de que no soy la única. De acuerdo a la sociedad entera, nuestra misión vital no es otra que sacarnos partido. Las que lo hacen, van bien encaminadas, las que no… pues en fin, son un auténtico desperdicio, un mantantial de juventud y belleza desaprovechados…. Como un pastelito con patas que va a parar a la basura.

Si crees que no eres capaz de sacarte partido, lo siento. Yo misma soy un jodido desastre sacándome partido. Así que no puedo ayudarte en este sentido.

No puedo decirte cómo sacar partido a tu cara, a tus pestañas, a tus labios. No puedo decirte cómo sacar partido a tu pecho, a tu culo, a tus piernas; qué debes hacer si eres alta, baja, gorda o delgada. No puedo decirte cómo sacar partido a tu vida social, amorosa o sexual, no puedo decirte qué look se va a llevar la próxima temporada. Y tampoco puedo decirte qué te queda mejor en función de tu tipo de cuerpo, porque yo pienso que la variedad de formas, curvas y ángulos de los cuerpos humanos es infinita y demasiado bella como para catalogarla en cinco o seis estúpidas tipologías.

Mi tipo de cuerpo es "MTPEC", que quiere decir "Métete Tus Putas Etiquetas por el Culo"

Mi tipo de cuerpo es «MTPEC», que quiere decir «Métete Tus Putas Etiquetas por el Culo»

No puedo ayudarte a «sacarte partido», como ves, y tengo una mala noticia: probablemente nadie puede hacerlo. Sólo tú sabes cómo sentirte cómoda, segura, sexy, con confianza en ti misma. Sabes que ese look para delgadas puede sentarte genial aunque estés un poco rellenita, que ese color para morenas te puede quedar fantástico aunque seas blanca. Seguro que sí que sabes sacar partido a tu imagen, aunque te digan que no o aunque no lo hagas de la forma en la que el Sistema te dice que lo tienes que hacer.

Pero por más partido que saques a tu imagen personal, la forma en la que estás más auténtica, mágica y fascinante es desnuda.

Sin ropa, sin prejuicios, sin miedos. Sumergiéndote en lo más profundo y oscuro de tu ser, con el cuerpo desnudo, el alma desnuda, la mente desnuda.

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Y es así, en nuestra desnudez, sin adornos ni artificialidades, como somos verdaderamente libres, como nos damos cuenta de que tenemos una máquina maravillosa donde vive nuestro Yo, nuestra conciencia, nuestro espíritu. Que nos permite creer y crear, dudar y destruir, pensar y sentir. Ese órgano olvidado al que nadie nos pide que le saquemos partido. Se trata del cerebro.

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Sacar partido a tu cerebro es un viaje apasionante… Es dejar volar tu fantasía e imaginar un mundo diferente… Sentirte en armonía con tu cuerpo, con los demás, con la Naturaleza… Descubrir tus convicciones e ideas más profundas y cuestionarte todo lo que siempre te han dicho para llegar, tú misma, a construir tu propio pensamiento, sin la presión de la sociedad, como la artista que crea su obra.

Por desgracia, el Sistema no quiere verte desnuda (a menos que sea al servicio de la industria pornográfica) ni tampoco que uses tu cerebro (si no es para consumir y para seguir al rebaño). Prefiere ponerte capas y capas de estúpida ropa según «las últimas tendencias» y poner un botón de apagado a tu pensamiento.

Pero tú lo que tienes es que encender tu mente. Tú lo que tienes es que sacar partido… al universo ilimitado que existe dentro de ti.

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#9 – Lo que te honra y lo que te hace culpable

Te honra tu sonrisa, tu voz, tus palabras. Te honran tus manos. Te honra tu fe y tus ideas. Te honra tu energía y te honra tu fuerza. tu Te honra tu coraje, tu determinación, tu voluntad de cambiar el mundo. Te honra tu pensamiento, te honran tus dudas, te honran tu razón y tu intuición.

Te honra tu entrega a la hora de hacer las cosas. Te honra tu pasión, te honra tu conciencia, te honra tu sentido de la justicia, tu solidaridad, tu empatía. Te honra tu preocupación, tu dolor y tu rabia por la destrucción del Planeta, por la masacre de personas inocentes, por las estúpidas guerras en las que los seres humanos se matan unos a otros y sólo salen ganando las élites que controlan el Sistema.

Te honran tus convicciones más profundas, tu personalidad, tu autenticidad.

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No es un trozo de piel de tu coño lo que te honra, ni con quién te acuestes o te dejes de acostar. Tu dignidad como mujer no depende de lo que decidas hacer en tu vida sexual.

No es la opinión de los demás lo que te honra o te deshonra, ni las malditas etiquetas que te pongan, ni los prejuicios o acusaciones que tengan contra ti. No es la ropa que llevas lo que te honra, ni tampoco tu condición de casada o soltera.

No es tu fama lo que te honra o deshonra, ni los comentarios de los demás. El mundo real no es Sálvame. No son los demás los que deciden tu honra. No pueden impedir que trates de conseguir lo que quieres.

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Eres culpable de no sentirte capaz. Eres culpable de dejarte llevar por el miedo, de creerles cuando te dicen que no puedes, que «es imposible».

Eres culpable por creer que tu cuerpo es propiedad de alguien.

Eres culpable de cerrar los ojos y no querer ver la realidad, de ponerte excusas, de pensar que tú no eres apta ni responsable de conseguir lo que te propongas y de esperar a que alguien venga y lo haga por ti. Te han lavado el cerebro y te han hecho creer que por ser mujer eres inferior, eso no es culpa tuya.

Pero si después de darte cuenta de esto, sigues pensando que después de todo «hay que aceptar las cosas como son, pues no hay nada que se puede hacer»… sufrirás grandes limitaciones en tu vida y quizá sí que tengas algo de culpa en ello.

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No eres culpable por ser diferente. No eres culpable por estar gorda, o mejor dicho, por no estar delgada; no eres culpable por no vestir a la moda, por no entrar en una talla 36. No eres culpable por no tener novio, o por no tener la clase de relación que el Sistema considera que debes tener.

No eres culpable por no tener un buen sueldo, o por no poder llevar a tus hijos a un colegio de pago; no eres culpable por no llevar un bolso de tal o cual marca. No eres culpable por no tener una casa de revista, por no tener el trabajo super-mega-guay que todo el mundo querría o por no tener trabajo.

Si tienes ganas de comida, de sexo o de dormir no es porque seas culpable, es porque eres humana.

No eres culpable por PENSAR, por preguntar, por cuestionar (aunque te quieren hacer creer que SÍ) ni tampoco eres culpable por sentir, por amar, por desear, por equivocarte ni por llorar. No eres culpable por soñar, no eres culpable por IMAGINAR, ni por creer que se puede cambiar esta sociedad absurda y enferma. Sí, se reirán de ti y te llamarán ilusa, infantil, loca. Pero lo cierto es que tú ves la realidad con mucha más luz, color y profundidad que ellos.

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Hay muchas páginas, blogs, artículos de revistas y programas de televisión que te enseñan cómo conseguir tus objetivos, cómo tener «éxito». Te dicen cómo tener un vientre plano, cómo aprender inglés en poco tiempo, cómo conseguir «un buen trabajo», cómo copiar el estilo de alguna famosa de mierda…

Te dicen que gastes el tiempo de tu vida en ponerte guapa, en consumir trastos que no necesitas, en obedecer. Quieren que tu vida pase de forma rápida e irrelevante. Que no hables, no molestes y no llames la atención.

Pero sabes que tu misión en la vida es algo mucho más grande que eso.

Te dicen a quién tienes que despreciar y a quién tienes que envidiar, a quién deberías parecerte. Pero a ti no tiene por qué ensombrecer nadie.

Tú tienes un potencial como ser humano increíble.

Así que escucha a tu mente, escucha a tu cuerpo. No les escuches nunca más a ellos.

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#8 – Estropeadas

Hoy voy a hablar de cómo la sociedad enfrenta a la mujer con su compañero inevitable, el paso del tiempo. Sí, de acuerdo, este blog se describe como una «guía de (des)programación mental para mujeres jóvenes», y el envejecimiento quizá no sea, de forma inmediata, una de las principales preocupaciones de las mujeres jóvenes. Pero todas, en nuestra mente, llevamos incorporado una especie de «chip», un programa, que nos recuerda que un trágico día nos convertiremos en viejas brujas, en flores marchitas, en mujeres estropeadas.

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Una de las razones que me ha movido a escribir sobre este tema es que las mujeres mayores de 50 años que tengo a mi alrededor (madre, abuelas, tías, y otras mujeres de confianza) me repiten, con bastante frecuencia y un tono de lástima, de nostalgia, la siguiente idea: «tú disfruta, vive, aprovecha tu juventud, que luego llega un momento que te pasa como a mí, te haces vieja y te estropeas…«. A mí me gustaría decirlas a todas ellas que son mujeres estupendas y que no están estropeadas, que son seres humanos con miles de historias de contar y con una amplia experiencia que compartir, que están llenas de luz y sabiduría… Pero hay una venda en nuestros ojos que no nos deja ver.

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He hablado anteriormente de cómo el Sistema nos programa a las mujeres para odiarnos a nosotras mismas, cómo nos expropian nuestro cuerpo, nuestra mente, hasta el punto de de convertirnos en esclavas sumisas y perfectamente manipulables. La idea de fondo, grabada a fuego en el inconsciente colectivo, es siempre la misma: tu valor como mujer depende exclusivamente de lo sexualmente deseable que seas. Esto es tristísimo, pero además, para complicar aún más las cosas, ser «sexualmente deseable» se reduce a unos parámetros muy limitados, como ser joven, estar delgada, tener los pechos grandes, unos rasgos faciales y físicos conformes al canon de belleza vigente… y estos requisitos son, además, cada vez más estrictos, de manera que cada vez hay que ser más joven, estar más delgada, tener los pechos más grandes (lo cual entra en contradicción con lo anterior) y que tus rasgos no se salgan una milésima del maldito canon. Para entrar por el aro y pasar por el control de calidad, tenemos muchas herramientas: si estamos canónicamente gordas, podemos adelgazar, si somos canónicamente feas, podemos maquillarnos, pero hay una cosa que nunca se puede evitar ni detener: el paso del tiempo, y los intentos de hacerlo a menudo derivan en resultados esperpénticos.

Sólo hoy oferta especial en Morcillas de Burgos!!

¿Sigues pensando que las arrugas no son hermosas?

Ver en la televisión rostros inmovilizados por el bótox, que no pueden ni tan siquiera sonreír, horroriza a cualquiera; ver cuerpos imposibles moldeados a golpe de bisturí y silicona, también; ver almas tristes, que no quieren aceptar algo tan natural como su edad…es sin duda descorazonador. Sin embargo, hay un todo un negocio a escala mundial que se nutre de nuestros miedos, nuestro miedo a las arrugas, nuestro miedo a las canas, nuestro miedo a dejar de ser, en definitiva, objetos sexuales, que es para lo que estamos programadas… Y no nos damos cuenta de que lo que nos están vendiendo no es real, sino una ridícula fantasía: en los anuncios de cremas antiarrugas aparecen chicas de 18 años, en los anuncios de cremas anticelulíticas aparecen chicas a las que aún no les ha salido celulitis, en películas y series aparecen actrices de 25 años haciendo el papel de una experimentada madre de 40…pero la realidad es que vosotras nunca seréis como esas chicas, porque la ciencia aún no ha descubierto como viajar hacia atrás en el tiempo, y… ¿sabéis que? ¡tampoco tenéis por qué ser como esas chicas!

Sin embargo nuestros miedos ahí siguen, y en cierto modo es lógico. Un hombre maduro, con sus primeras arrugas y sus primeras canas, es ampliamente considerado un hombre atractivo, experimentado, inteligente e interesante… La mujer madura, en cambio, es invisible (¿cuántas presentadoras, periodistas, actrices, humoristas… mayores salen en televisión?, poquísimas, muchas menos que hombres) o bien es ridícula (una vieja bruja amargada e histérica que envidia y ataca a las más jóvenes). En los últimos años, el papel de la mujer madura en los medios ha evolucionado y ahora resulta todavía más penoso, y ello se debe al tono compasivo y almibarado que utilizan muchas revistas y programas a la hora de hablar de la menopausia, como diciendo: «¡eh, todos te vamos a tratar como una vieja y gorda de mierda, pero ánimo, que tú puedes! Ahora compra un pañal para que no te mees encima y aprende nuestras deliciosas recetas para hacer la merienda a tus nietos».

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De todas las humillaciones que el Sistema perpetra hacia las mujeres, quizá esta sea la mayor de todas: propagar el odio hacia la mujer por algo tan inevitable, natural y lógico como hacerse mayor, logrando que incluso llegue a odiarse a sí misma. Yo al Sistema ya no le pido nada, no espero nada de él: sé que no basta con pequeños cambios ni con «pequeñas victorias», hasta que este injusto modelo económico y social se venga abajo por completo el ser humano nunca podrá liberarse de sus estúpidas cadenas.

Pero sí que pido algo a las mujeres maduras, y desde aquí lanzo un mensaje desesperado hacia ellas. Porque sin duda estamos viviendo un momento histórico, un cambio de paradigma social y económico: el Sistema seguirá siendo igual de injusto, pero el poder está diseñando nuevos métodos (aún más sofisticados y retorcidos) para seguir robándonos nuestro pensamiento y nuestra libertad. Claramente, el mundo va a cambiar, y por ello lxs ciudadanxs debemos despertar y luchar para que ese cambio sea a nuestro favor, para cambiar las reglas de este juego de locos. Y para que el mundo cambie en ese sentido, el mundo necesita vuestra experiencia, sabiduría, madurez, sensibilidad, sensatez, valentía, fuerza, serenidad, firmeza, aprendizaje…

Porque vosotras NO estáis estropeadas, es la sociedad la que está estropeada, enferma, marchita, caduca, podrida.

Y vuestra voz, mente y manos son absolutamente imprescindibles para cambiarla.

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#7 – Tres mentiras y una verdad sobre el feminismo

El feminismo es algo que no deja ni nunca ha dejado indiferente a nadie: difícil de definir con exactitud, hay quien lo ve como una oportunidad y hay quien lo ve como una amenaza; unos lo consideran un éxito y otros un fracaso; para mí, el feminismo ha sido, en cierto modo, una revolución secuestrada (en próximos posts hablaré de ello). Lo que está claro es que miles de chicas jóvenes, que al fin y al cabo son a las que me dirijo en este blog, se acercan al feminismo con miedo, confusión, dudas, absorbiendo todos los prejuicios que flotan en el aire de nuestra malsana sociedad; y con este post lo que quiero es derrumbar esos mitos (algunos titulares están escritos en un tono exagerado para dar un toque de humor, pero en el fondo no se alejan demasiado de lo que realmente piensa la gente…).

1) El feminismo quiere imponer la Gran Dictadura Mundial del Coño y rebajar al Enemigo Varón a la condición de esclavo sexual

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FALSO. El feminismo, al igual que todas las demás revoluciones sociales, busca la igualdad entre todos los seres humanos, que ningún grupo imponga de forma coactiva su poder sobre otro y que no se tolere la discriminación, en este caso por razón de sexo. El feminismo denuncia la opresión que han sufrido sistemáticamente las mujeres y niñas de todas las culturas a lo largo de toda la historia (sí, incluida la sociedad occidental y la época actual) a las cuales se ha tratado y se trata, según convenga, como ganado, como una posesión o como una mera máquina de parir esclavos que trabajen y consuman en beneficio del Sistema; pero no creemos que la opresión deba remediarse con más opresión, no queremos un «machismo a la inversa»: queremos la libertad efectiva para todas las personas, una sociedad inclusiva donde fluya el pensamiento crítico, cuente la opinión de todxs y no se reduzca al ser humano (sea hombre o mujer) a una simple máquina de producir y consumir. Y no, tampoco creemos que «el enemigo» sean los hombres en general, el verdadero enemigo es el Sistema que controla física y mentalmente a lxs ciudadanxs, utilizando herramientas como la exclusión, la discriminación, y por tanto también el machismo, para limitar las posibilidades del ser humano y apropiarse de su energía, de su tiempo y de su vida.

2) Las feministas son feas, sucias y malfolladas y si son feministas es porque están amargadas y nadie quiere darlas «mandanga de la buena»

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FALSO. Estos son los argumentos más infantiles (pero por desgracia también los más efectivos) que utiliza el Sistema para que las mujeres tengan «miedo» a acercarse al feminismo, que tengan cuidado de no parecer «demasiado feministas». Pero basta utilizar la lógica y la razón para darse cuenta de que esta caricatura de las feministas no puede ser más irreal. En primer lugar, las feministas no son feas, pero entienden que su misión en la vida no es ser guapas, entienden que tienen cabeza para pensar, boca para opinar y manos para construir, que no son meros objetos de exposición. Hay feministas que llevan pelo corto, sudadera y zapatillas, y las hay también con pelo largo, minifalda y sandalias; pero por favor, dejemos de fijarnos en los malditos envoltorios, lo que las hace verdaderamente valiosas es la energía y la fuerza que albergan en su interior. Y respecto al otro mito…las feministas, lejos de estar amargadas, disfrutan incluso más de sus relaciones afectivas y sexuales, porque tienen menos complejos y menos prejuicios rancios respecto al amor y la sexualidad.

3) Las feministas son unas fanáticas radicales locas con las que no se puede dialogar y que sacrifican jóvenes doncellas a Satán

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FALSO. La verdad es que yo hace algunos años también tenía este prejuicio, era consciente de la cantidad de injusticias que se cometen contra la mujer pero, probablemente influida por familiares, amigxs y sobre todo por los medios de la comunicación, veía a las feministas demasiado intolerantes y dogmáticas. Sin embargo, un buen día apagué la tele y comencé a moverme por los círculos feministas de mi ciudad, asistir a reuniones, talleres… y allí sólo me encontré personas críticas, despiertas, con la mente abierta y de lo más tolerantes con las opiniones de los demás. Dentro del feminismo existen una gran cantidad de corrientes y opiniones, pero si a pesar de todo sigues pensando que las feministas son dogmáticas, ¡con más razón te necesitamos en el movimiento!, porque el dogmatismo y las mentes cerradas siempre terminan por destruir toda revolución.

4) El mundo está lleno de falsas (y falsos) feministas

VERDADERO. Por desgracia, el feminismo es utilizado como arma política por los altos cargos de los gobiernos y las corporaciones para ganar popularidad, votos, para dar «buena imagen». Inflan sus discursos con elogios vacíos a la mujer y se les llena la boca de términos como «igualdad» y «género», pero, siendo honestos, si a toda esta gente les importa una mierda el destino de la Humanidad y del Planeta, ¿cómo les van a importar los problemas de las mujeres? Esta hipocresía llega hasta límites absurdos, como un banco que decidió regalar una bayeta a sus empleadas y un alcalde que decidió regalar un delantal a las vecinas por el Día de la Mujer Trabajadora.

La aplastante presencia de mujeres en la Cumbre Mundial de la Mujer

La aplastante presencia de mujeres en la Cumbre Mundial de la Mujer

Toda esta gente jamás se autodefinirá como «machista» o «sexista», incluso muchos no tienen ningún reparo en declarar ser «feministas», pero lo cierto es que el verdadero feminismo, el que se organiza y lucha desde la base, les da auténtico miedo.

De hecho, si todos estos prejuicios sobre el feminismo que he enumerado anteriormente están anclados en la mente de las personas, a pesar de que no es «políticamente correcto» expresarlos en público, es por miedo, es porque el Sistema tiene miedo de que las personas dejen de sentirse limitadas por los roles asignados a su género, dejen de sentirse robots programables en todos los ámbitos de la vida y empiecen a sentirse personas libres con capacidad de pensamiento pronto.

Mientras tanto, nosotras seguimos, de algún modo, prisioneras en la cárcel de nuestra propia mente, y el feminismo es una llave más que nos permitirá ir desbloqueando, poco a poco, la pesada puerta metálica de nuestra prisión. Acerquémonos sin miedo, construyendo y luchando juntas, manteniendo siempre una actitud crítica.

Al principio hay que soportar el esfuerzo…pero después nada importará que nos llamen feas, gordas, amargadas, locas. Nosotras nos sentiremos libres.

#6 – El verano, esa época triste

El día 21 de junio comenzó el verano en el hemisferio norte del planeta Tierra (sé que hay compañeras que me leen desde el hemisferio Sur donde aún no es verano, ¡un abrazo a todas ellas!). El caso es que, a pesar del ambiente soleado y las caras felices de los anuncios de televisión, el verano, para mí, no deja de ser de algún modo una época triste.

A lo largo del año, las personas estamos en constante evolución: las circunstancias de nuestra vida nos hacen reflexionar, cambiar; a lo largo del año reforzamos más aún nuestras convicciones e ideas o bien decidimos romper con todo en lo que habíamos creído hasta ahora; a lo largo del año soñamos y despertamos en un ciclo que finalmente nos enriquece y nos transforma en mejores personas.

Sin embargo, en verano parece que esa maravillosa transformación desaparece por completo, ya que el Sistema ataca más que en cualquier otra época del año para convencernos de que no somos seres humanos, sino muñecas, y para ello saca toda su artillería pesada en forma de anuncios de chicas en bikini, dietas, y una avalancha de contradicciones del tipo:

«Come sano», cuando en realidad quieren decir «no comas»;

«Protégete del Sol», cuando en realidad quieren decir «ponte morena»,

«Disfruta del verano» cuando en realidad quieren decir «esclavízate en verano».

Es en esta época cuando las grandes corporaciones hacen «su agosto» (y nunca mejor dicho) y por ello la maquinaria de manipulación a través de la publicidad está presente en todas partes. Se utiliza a una chica en bikini hasta para vender un reactor nuclear, y en todos los anuncios el apasionante universo de la mujer se reduce a chicas jóvenes que sólo sonríen y muestran su artificial y enfermizo cuerpo; que no hablan, ni opinan, ni sienten; tan sólo son cosas tontas.

¿Es que no véis la clara relación entre las chicas en bikini y la aeronáutica?

¿Es que no véis la clara relación entre las chicas en bikini y la aeronáutica?

Muchxs pueden pensar que estoy exagerando, que no dejarse llevar por la publicidad es tan sólo una cuestión de «tener un poquito de personalidad», pero lo cierto es que se invierten millones y millones para que las mujeres no tengamos personalidad e indudablemente no se gastaría semejante cantidad de dinero si no tuviera efectos más que palpables. Y estos efectos, por más que queramos mirar hacia otro lado, son considerablemente graves.

En primer lugar, en esta época muchas adolescentes, niñas y jóvenes tienen unas largas vacaciones, con más tiempo libre que de costumbre. Y es triste saber cómo gran parte de ese maravilloso tiempo se consume por la obsesión con el físico, algo que es tan efímero; es triste saber cómo todas esas horas que las chicas pasan tomando el sol sin hacer absolutamente nada podrían emplearlas en leer, aprender, experimentar cosas nuevas, charlar con lxs amigxs… Es triste saber cómo todas esas horas que pasan aferradas a la fría máquina de un gimnasio para tener las piernas bonitas las podrían pasar caminando o andando en bici al aire libre, bajo el cobijo de los árboles de un parque… De acuerdo, visto así, esto puede no parecer tan grave, pero echar a perder el limitado tiempo de nuestra vida es una de las cosas más tristes del mundo, es un tiempo que ya nunca se puede recuperar…Y pensaréis: si todas estas chicas deciden pasar su tiempo así, es su problema, nadie debe meterse de por medio… Pero se nos olvida que cada una de estas chicas es potencialmente capaz de cambiar el mundo, y hay un mecanismo que lo impide porque las hace deshumanizarse a ellas mismas, convirtiéndose en meros objetos de exposición.

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Pero la religión del bikini no sólo nos hace malgastar nuestro tiempo en cosas banales, también tiene consecuencias gravísimas e irreversibles sobre la salud de muchas chicas.

El primer mandamiento de la religión del bikini, «no estarás gorda», se repite como un mantra en revistas, anuncios, e incluso en la boca de nuestros familiares y amigos más cercanos. Y millones de chicas en todo el mundo encuentran la redención dejando de comer. Sí, vale, dicho así no parece tan grave, todxs vemos muy natural y normal dejar de comer para estar delgadx pero…¿¡alguien se imagina a un animal de cualquier otra especie dejando de comer sólo para estar delgado!? Es algo que sin duda va contra la naturaleza de los seres vivos, sin embargo, el constante bombardeo con el mandamiento de «no estarás gorda» lleva a mujeres de todas las edades a sufrir, y hasta a morir, por trastornos alimentarios. Porque somos incapaces de entender que una mujer debe amar y aceptar su cuerpo, y estamos programadxs para rechazar automáticamente a cualquiera cuyo cuerpo no entre dentro de los malditos cánones de belleza.

¡Eres mucho más que un número!

¡Eres mucho más que un número!

El segundo mandamiento, «no estarás blanca», lleva a millones de chicas a meterse en asfixiantes ataúdes blancos llamados «cabinas de rayos uva», o a pasar horas y horas tumbadas en una toalla bajo el Sol a las horas centrales del día. Una vez más, desoímos a la Madre Naturaleza, la cual nos dotó de piel y vello corporal (el cual también arrancamos) precisamente para protegernos del Sol, astro cuya luz es necesaria para la vida en la Tierra pero que también emite algunos rayos nocivos de los que antaño nos protegía la cada vez más deteriorada capa de ozono. En lugar de protegernos del Sol, que sería lo lógico, o en todo caso tomar el sol por poco tiempo a unas horas razonables (que eso tampoco es malo para la salud) nos dedicamos a achicharrarnos como sardinas hasta los límites de la insolación sólo porque alguien nos ha dicho que si estamos blancas no estaremos bellas, no nos aceptarán, no brillaremos, no seremos felices. Y, por no aceptar el color de piel que la naturaleza ha escogido para nosotrxs, corremos el riesgo de sufrir melanoma o cáncer de piel, uno de los tipos de cáncer más complicados que existen. El vídeo «querida yo a los dieciséis» recoge testimonios en primera persona de chicas y chicos jóvenes que han sufrido este horrible tipo de cáncer.

Vive rápido, muere joven y deja un bonito (y bronceado) cadáver

Vive rápido, muere joven y deja un bonito (y bronceado) cadáver

Ahora, en verano, por todas partes proliferan mensajes en los medios de comunicación que dicen «en verano, CUÍDATE». Yo desde aquí tan sólo quiero revelaros que es mentira, que no quieren ni les interesa lo más mínimo que cuidéis vuestro cuerpo, sino que lo odiéis, que lo destruyáis, que sacrifiquéis lo único que verdaderamente os pertenece que es vuestro cuerpo y vuestra mente a su dios, el dios del capitalismo, el dios del dinero.

La verdadera revolución comienza cuando nos encontramos en paz con nosotrxs mismxs y comprendemos el verdadero poder de nuestro cuerpo y nuestra mente.

¡Libera tu mente!

¡Libera tu mente!

 

#5 – Tu cuerpo es tuyo… ¡pero tu mente también!

A lo largo de la historia, el sistema ha encontrado multitud de maneras de apropiarse del cuerpo de las mujeres. Durante siglos, y aún hoy en día, muchas mujeres no pueden decidir con quién casarse, con quién tener relaciones, cuántos hijos tener; en definitiva, han sido y siguen siendo consideradas un bien mueble más cuya propiedad pasa del padre al marido, y, más recientemente en la sociedad del consumo, unas muñecas que deben permanecer, ante todo, calladas, hermosas y exhibiendo una perfecta sonrisa.

La brutal deshumanización de las mujeres a través de la expropiación de su cuerpo ha sido descrita de forma magistral en el primer capítulo de El Segundo Sexo de Simone de Beauvoir, presentada en impactantes documentales como El cuerpo de las mujeres de Lorella Zanardo y denunciada a través de muchas campañas emprendidas por gente comprometida, últimamente sobre todo debido al retroceso en materia de derechos sexuales y reproductivos que está sucediendo en nuestro país.

Se trata, sin duda, de una lucha de vital importancia que no se puede abandonar. Hoy, sin embargo, voy a hablar de algo que siempre acompaña a la expropiación del cuerpo pero que se trata de una forma de manipulación más encubierta y sutil: cómo el sistema nos expropia nuestra mente y nos desposee de nuestro pensamiento propio. A través de la expropiación del cuerpo se consigue la dominación y la humillación de la mujer, pero a través de la expropiación de la mente se consigue que ella lo acepte y justifique.

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Por eso al sistema le interesa, muy especialmente, que permanezcamos alienadas de este modo: saben que a través de leyes, costumbres o utilizando la religión como pretexto es muy fácil robarnos nuestro cuerpo, pero robarnos nuestras ideas y convicciones más profundas sólo depende de que nosotras les dejemos entrar en nuestro cerebro, de que les permitamos manipular nuestro pensamiento a sus anchas. Una vez que seamos conscientes de que estamos engañadas, podrán encarcelarnos e incluso quemarnos en la hoguera como nuestras homólogas medievalespero saben que ya no seremos nunca más otro ladrillo en su muro de opresión y miedo. Cuando un ladrillo se cae de la pared, ésta sigue en pie, pero cuando caen todos, el muro desaparece.

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¿Las estrategias para conseguir esto? Son muchas. La primera, hacernos machistas a nosotras mismas. Quizá sea la más evidente, aunque lo cierto es que la tenemos tan incorporada en nuestro día a día y en nuestros esquemas mentales que muchas veces hablamos y pensamos sexista sin ni siquiera darnos cuenta. Cuando nos enteramos de que, por ejemplo, una chica ha sido violada y de que, por miedo o por cualquier otra razón no ha podido oponer resistencia… enseguida decimos: ah, pero ¿se ha dejado violar?, o el más asqueroso: ¿no lo iría buscando? Sí, todxs sabemos que una violación es un terrible acto forzado, que nadie lo «va buscando» y que el NO de una mujer basta, pero, siendo honestxs, a todxs se nos ha escapado alguna vez, y frecuentemente estigmatizamos a la mujer violada por haber sobrevivido, mientras en nuestro subconsciente retumba el ancestral prejuicio: si no ha muerto como mártir, entonces es una puta…

estigma

Para hacernos sexistas, es muy importante conseguir que nos odiemos entre nosotras, que no estemos unidas, que veamos a las demás mujeres como competidoras en la lucha por complacer al varón. Nos ponen una especie de gafas para que veamos a las otras mujeres con los ojos de un hombre: nos programan para juzgar escrupulosamente a otras mujeres por razón de su físico (en realidad, más de lo que lo haría cualquier hombre). También nos programan para condenar y culpar el doble a una mujer que a un hombre por un mismo acto (por ejemplo, ante una mala educación de los hijos o un comportamiento sexual promiscuo) y para criticar ferozmente a cualquier mujer que se niegue a ser sumisa y decida pensar por sí misma: la llamamos fea, gorda, puta, indecente, marimacho, feminazi…

La segunda estrategia es la estigmatización: el clásico «como eres mujer…». Como eres mujer, te dejas llevar por los sentimientos y no sabes debatir; como eres mujer, no sabes tomar tus decisiones de forma racional…¿No quieres tener hijos? Ah, perdona por la pregunta…es que como eres mujer… ¿Quieres ser astronauta? Joder, qué raro, como eres mujer… Sí, por desgracia muchos hombres y Homo Cañetus ciertas personalidades públicas acuden frecuentemente a este absurdo argumento, pero lo grave es que muchas veces nosotras mismas nos lo creemos y nos lo decimos entre nosotras: cómo es posible que te dediques a tal o cual cosa…¡si eres chica!; tú eres guapa, pero siendo chica, deberías ser más femenina…

El sistema siempre estigmatiza a quien ve peligroso...

El sistema siempre estigmatiza a quien ve peligroso…

Otra estrategia es la infantilización: conseguir que nos sintamos incapaces, tontas, que dependamos siempre de la ayuda y orientación de otra persona y convencernos de que, por más que nos esforcemos, nunca vamos a conseguir nuestros logros. Uno de los casos más frecuentes de infantilización es el de las mujeres embarazadas: seres humanos que atraviesan el difícil proceso de gestar otro ser humano en su interior y se las trata como niñas pequeñas, se las humilla y ningunea, tal y como cuenta este testimonio.

Pero el arma más poderosa que pueden usar para expropiarnos nuestra mente es la invisibilización, ya que ésta es, quizá, la que menos esté de nuestra mano combatir. A lo largo de la historia, ha habido grandes pensadoras, científicas y luchadoras de toda clase invisibilizadas por el simple hecho de ser mujeres; y hoy en día, los medios siguen silenciando a todas aquellas mujeres que podrían lanzar a otras el peligroso mensaje de: ¡EH! Tú no eres invisible y puedes cambiar las cosas… Los medios, en cambio, te muestran a mujeres que, o se contentan con ser muñecas, o son perros del sistema, o bien muestran una falsa y manipulada imagen del feminismo… Por ello, ¡hagámonos visibles y no permitamos que nos anulen como seres humanos!

Nuestro cuerpo nos pertenece y nuestra mente también.

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#4 – La soltera del grupo

Hoy en día, parece más que superada aquella idea de que el destino inevitable de la mujer es convertirse en buena esposa, madre y ama de casa, y de que su única misión en la vida ha de ser atender abnegadamente a su familia. En una sociedad en la que en todas partes se habla de «igualdad» (aunque muchas veces se trate más de un mero formalismo que de una verdadera vocación feminista), cualquiera diría que la mujer está liberada y que ya no tiene aquella presión social por encontrar marido que tenían las mujeres de antaño. Pero, ¿realmente podemos estar tan segurxs de esto?

Cuando, en un grupo de amigos varones, uno está soltero y no manifiesta expresamente su deseo de encontrar novia, casi todos entienden que sencillamente no quiere tener una, o que tal vez esa no sea una de sus prioridades. Es más, hasta le envidian, porque quizá si está soltero es porque no se ha metido en una relación que él realmente no deseaba.  Pero, ¿qué pasa cuando la que no tiene novio es ella? ¿Qué pasa con «la solterona» que hay en todos los grupos de amigas y en todas las familias? A ellas todo el mundo las trata con compasión, piensan que si no tienen pareja es porque han tenido «mala suerte», y sus amigas, hermanas y sobrinas tratan de animarlas, como si tuvieran una enfermedad o fueran víctimas de una gran desgracia: venga, tía, no te preocupes, ya encontrarás a alguien… y el resto de personas, directamente, piensan que la soltera en cuestión lo es por ser fea y/o inaguantable. En efecto, la sociedad no entiende que una mujer pueda vivir de forma plena si no encuentra al amor de su vida.

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Todo esto se debe al terrible lavado de cerebro al que nos someten desde que somos pequeñas. Mientras los dibujos animados orientados al público infantil masculino tratan sobre historias cargadas de acción y aventura, la única acción y aventura que experimentan las princesas que ven las niñas es encontrar a su príncipe azul (para lo cual necesariamente tienen que ser bellas y delicadas). El enorme aparato propagandístico del amor romántico, que se encarna en forma de vomitivas comedias románticas, series de televisión y sagas literarias, golpea fuerte en nuestra conciencia desde nuestra más tierna juventud; por eso las chicas se sienten terriblemente desgraciadas cuando les toca ser «la soltera del grupo» (aunque tengan 13 años y debieran estar preocupándose por jugar, descubrir, imaginar, aprender…). Qué desgraciadas ellas, incapaces de encontrar a su príncipe azul y ser felices para siempre…

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Muchos dirán: el amor existe desde siempre, desde la época de Calisto y Melibea… Sí, pero en el final de La Celestina resulta que Calisto sólo quería tema. El problema es que el idea de «amor» que comparte la mayoría de la población es completamente irreal. Sí, enseguida calificamos a una persona que no busca una relación seria como «inmaduro», pero ¿no es más inmaduro buscar una relación basada en una clase de amor que es irreal?

Y vivir en semejante estado de alucinación colectiva trae consecuencias bastante dañinas. Si no encontramos pareja, sentimos frustración y pensamos que es nuestra culpa: no somos lo suficiente atractivas, delgadas, femeninas, agradables… Cuando por fin encontramos al «amor de nuestra vida» nos llevamos una gran decepción, porque resulta que él no es un príncipe, sino un ser humano con zurraspas en los calzoncillos y nosotras no somos princesas, sino también seres humanos, y por eso unos días parecemos Heidi y otros el Increíble Hulk. Y cuando la relación termina, o bien pensamos que es nuestra culpa y que no hemos sido lo suficiente buenas novias; o bien directamente pensamos que él es un sapo (curiosa forma de simplificar la complejidad del ser humano: el hombre o es un príncipe o es un sapo).

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¿Y qué pasa con las mujeres que consiguen escapar de esa estúpida fantasía? Las reacciones de la sociedad son muy variadas: sienten lástima por ellas, o bien piensan que son inmaduras, cuando no que son unas descarriadas, locas, perdidas… En definitiva, fracasadas. Porque cuando vas a contracorriente, el sistema capitalista tratará de convencerte de que eres una fracasada, para que vuelvas a «encajar» en su espiral consumista y así un día decidas engordar sus bolsillos organizando una aparatosa boda, realizando un ostentoso viaje para dos o celebrando San Valentín. Quieren mantenerte enamorada del amor porque si no su negocio se derrumbaría. Porque si, en lugar del amor te enamorases de la libertad, la verdad, la justicia; si en vez de proyectar tu energía en buscar algo que no existe, la proyectases en conocer tus infinitas posibilidades y cambiar el mundo que te rodea… serías un verdadero peligro para ellos.

The spirit of flight, de Josephine Wall

The spirit of flight, de Josephine Wall

El amor de verdad existe y es una de las fuerzas más poderosas del Universo, pero no tiene nada absolutamente nada que ver con el amor de usar y tirar que nos venden en la publicidad y las películas pastelosas. El amor de verdad es sencillo, sincero, no trata de poseer y controlar sino de comprender, escuchar, compartir… Está muy bien encontrar una pareja con la que poder vivir esta experiencia, pero no necesariamente tienes que tener pareja para saber lo que es amar de verdad.

También puedes vivirlo siendo la soltera del grupo.

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