#16 – Consigue el pecho perfecto en un solo paso

Más o menos desde mi pubertad, comencé a darme cuenta de que mis pechos no se desarrollaban igual ni tenían exactamente el mismo aspecto que los de mis amigas, tías, primas y mujeres conocidas en general. Y un día, buceando por Internet, encontré el nombre de mi condición: descubrí que tenía mamas tuberosas.

En un arrebato de curiosidad, entré en el artículo de Wikipedia sobre el tema, y hallé esta magnífica definición:

Las mamas tuberosas son una malformación o deformación de las mamas, que se presenta desde el desarrollo puberal. Puede ocurrir que el tejido que cubre la glándula mamaria presente una rigidez excesiva y no se expanda adecuadamente juntamente con el crecimiento progresivo de la glándula mamaria […]

Podéis imaginar mi acojone mayúsculo al leer eso de «malformación». ¡Qué horror! ¿Me provocarían mis deformes pechos dolorosas molestias? ¿Cáncer? ¿Hernias? Tras investigar un poco más y vivir mis propias experiencias personales a lo largo de los años, he descubierto que las mamas tuberosas:

  • No tienen nada que ver con padecer tumores o cáncer de pecho;
  • Proporcionan exactamente el mismo placer sexual que unas mamas «normales»;
  • No suponen problemas a la hora de dar amamantar a un bebé,
  • No causan dolores, molestias ni problemas de salud de ningún tipo.

¿Cuál es el problema, pues? Al descubrir todo esto, no entendía por qué a este tipo de mamas se les considera una malformación. Algo no me cuadraba, y decidí, entonces, buscar cuál era la definición de malformación. Encontré esto:

Una deformidad o malformación es una diferencia notable en la forma del cuerpo o parte del cuerpo, u órgano del cuerpo (interno o externo) comparada con la forma promedio de la parte en cuestión.

He aquí el meollo de la cuestión: esta definición es demasiado ambigua y cada cual la puede manipular como mejor le convenga. Por ejemplo, estas tres personas, según esta definición, podrían ser deformes:

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Y es que la forma y tamaño de sus labios son notablemente distintos a los valores promedio. Sin embargo, como es una deformidad considerada «bonita» y «sexy» nadie les pone la etiqueta de deformes. Paradójicamente, la misma industria de la cirugía estética que se ofrece a resolver mi «malformación» de las mamas tuberosas también se ofrece a transformar unos labios promedio en unos labios exageradamente grandes y según la definición anterior… ¡deformes!

Esa poderosa industria que trata de convencerme de que yo necesito esa intervención quirúrgica porque mis mamas con «malformaciones» pueden causarme traumas y severos daños a mi autoestima.

¿Y por qué, si a mí mis lolas me parecen muy bonitas? Pues porque nuestra sociedad valora las mamas tuberosas como algo feo y rechazable. Y ante este hecho, yo como individuo puedo tomar dos decisiones:

  • Que me importe una mierda lo que opine la sociedad de mi cuerpo.
  • Meterme a un quirófano y someterme a una truculenta operación (la cual no voy a describir aquí, sólo diré que he visto vídeos y la verdad es que hay pelis gore que encuentro más flojitas).

Adivinad qué solución me recomiendan todos, absolutamente todos los artículos periodísticos que he leído (a sueldo de la industria de la belleza, claro). Por supuesto, ninguno habla del postoperatorio, ni de la pérdida de sensibilidad tras la operación… Porque sí, aumentarse el pecho implica renunciar a algo tan sagrado como tu propio placer sexual, simplemente por complacer a los demás y obtener su aprobación.

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Según los cánones de belleza actuales la Venus del Milo es «deforme». Sin comentarios

Pensaréis: «otra tía que viene a hablar de sus tetas para parecer subversiva«. Pero las tetas son una simple excusa para hablar de una viciada manipulación a la que estamos sometidos de forma constante: crear un problema para venderte la solución. En este caso, crean algo llamado «problema estético» (cuando algo estético de por sí es dudoso que sea un problema, ya que la apreciación de lo que es bonito y lo que es feo varía según los infinitos gustos de las personas…) para vendernos SU solución, la cirugía estética. Una solución, que a su vez, genera otro problema (la insensibilidad mamaria) y para el que pronto inventarán otra solución… y así sucesivamente. El negocio redondo.

Ocurre con todo. Nos venden productos para reparar nuestro pelo quemado por las planchas, cuando a lo mejor lo que tendríamos que hacer es dejar de usar planchas…

Nos invitan constantemente a consumir comida rica en azúcares y grasas que engorda mucho, para después vendernos dietas y productos adelgazantes…

Y también nos generan constantemente nuevas necesidades y mayor escasez para vendernos la solución de pedir un crédito. Incluso crean conflictos y crisis globales para después vendernos la solución geopolítica que más le conviene a la élite, tal y como se describe muy bien en este artículo: La trampa está en la solución.

Tal vez no le damos demasiada importancia, pero lo cierto es que esta es una sibilina forma de control, de control sobre nuestros cuerpos, nuestra voluntad, nuestras finanzas… Nos convierte en débiles, dependientes de las soluciones que nos ofrezcan, y nos atrapa en una espiral de la que es muy difícil salir. Un proceso en el que llegamos a perder lo más esencial de nuestra existencia en la Tierra: nuestra propia integridad física y mental.

Yo no critico las personas que se han sometido a operaciones de cirugía estética, no soy yo quién para juzgar lo que cada cual hace libremente con su cuerpo y además la casuística es muy variada, hay muchos tipos de afecciones mamarias de distinta gravedad. Pero si nos centramos en el tema de las mamas tuberosas… En el 98% de los ejemplos que he visto en las webs de cirujanos plásticos encuentro mamas completamente normales, bonitas, quizá más pequeñas que la media, sí, pero en absoluto deformes. Cada cual es libre de hacer lo que hace y operarse si así lo desea, pero lo que no debemos consentir es que nos llamen «deformes» por ser diferentes, no podemos permitir que nos engañen y creen traumas en beneficio de sus bolsillos…

Si quieres tener un pecho perfecto, el resto de blogs y páginas web te dirán que te operes, que te sentirás mucho mejor sin tu «malformación» y bla, bla, bla. Yo te ofrezco hacerlo en un solo «paso»: «paso de lo que me digan los demás», porque la noción de perfecto sólo la puedes definir tú. No eres deforme, hermana. La malformación la tienen ellos en el cerebro.

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# 11 – Tú lo que tienes que hacer es sacarte partido

En mi adolescencia, la frase que más escuché (después de «tienes que integrarte», lo que en realidad quiere decir: sé otra muñeca más sin personalidad) es sin duda «tú eres guapa, pero lo que tienes que hacer es sacarte partido».

Betty la Hipster, perdón, Betty la Fea

Betty la Hipster, perdón, Betty la Fea

Y estoy segura de que no soy la única. De acuerdo a la sociedad entera, nuestra misión vital no es otra que sacarnos partido. Las que lo hacen, van bien encaminadas, las que no… pues en fin, son un auténtico desperdicio, un mantantial de juventud y belleza desaprovechados…. Como un pastelito con patas que va a parar a la basura.

Si crees que no eres capaz de sacarte partido, lo siento. Yo misma soy un jodido desastre sacándome partido. Así que no puedo ayudarte en este sentido.

No puedo decirte cómo sacar partido a tu cara, a tus pestañas, a tus labios. No puedo decirte cómo sacar partido a tu pecho, a tu culo, a tus piernas; qué debes hacer si eres alta, baja, gorda o delgada. No puedo decirte cómo sacar partido a tu vida social, amorosa o sexual, no puedo decirte qué look se va a llevar la próxima temporada. Y tampoco puedo decirte qué te queda mejor en función de tu tipo de cuerpo, porque yo pienso que la variedad de formas, curvas y ángulos de los cuerpos humanos es infinita y demasiado bella como para catalogarla en cinco o seis estúpidas tipologías.

Mi tipo de cuerpo es "MTPEC", que quiere decir "Métete Tus Putas Etiquetas por el Culo"

Mi tipo de cuerpo es «MTPEC», que quiere decir «Métete Tus Putas Etiquetas por el Culo»

No puedo ayudarte a «sacarte partido», como ves, y tengo una mala noticia: probablemente nadie puede hacerlo. Sólo tú sabes cómo sentirte cómoda, segura, sexy, con confianza en ti misma. Sabes que ese look para delgadas puede sentarte genial aunque estés un poco rellenita, que ese color para morenas te puede quedar fantástico aunque seas blanca. Seguro que sí que sabes sacar partido a tu imagen, aunque te digan que no o aunque no lo hagas de la forma en la que el Sistema te dice que lo tienes que hacer.

Pero por más partido que saques a tu imagen personal, la forma en la que estás más auténtica, mágica y fascinante es desnuda.

Sin ropa, sin prejuicios, sin miedos. Sumergiéndote en lo más profundo y oscuro de tu ser, con el cuerpo desnudo, el alma desnuda, la mente desnuda.

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Y es así, en nuestra desnudez, sin adornos ni artificialidades, como somos verdaderamente libres, como nos damos cuenta de que tenemos una máquina maravillosa donde vive nuestro Yo, nuestra conciencia, nuestro espíritu. Que nos permite creer y crear, dudar y destruir, pensar y sentir. Ese órgano olvidado al que nadie nos pide que le saquemos partido. Se trata del cerebro.

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Sacar partido a tu cerebro es un viaje apasionante… Es dejar volar tu fantasía e imaginar un mundo diferente… Sentirte en armonía con tu cuerpo, con los demás, con la Naturaleza… Descubrir tus convicciones e ideas más profundas y cuestionarte todo lo que siempre te han dicho para llegar, tú misma, a construir tu propio pensamiento, sin la presión de la sociedad, como la artista que crea su obra.

Por desgracia, el Sistema no quiere verte desnuda (a menos que sea al servicio de la industria pornográfica) ni tampoco que uses tu cerebro (si no es para consumir y para seguir al rebaño). Prefiere ponerte capas y capas de estúpida ropa según «las últimas tendencias» y poner un botón de apagado a tu pensamiento.

Pero tú lo que tienes es que encender tu mente. Tú lo que tienes es que sacar partido… al universo ilimitado que existe dentro de ti.

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#8 – Estropeadas

Hoy voy a hablar de cómo la sociedad enfrenta a la mujer con su compañero inevitable, el paso del tiempo. Sí, de acuerdo, este blog se describe como una «guía de (des)programación mental para mujeres jóvenes», y el envejecimiento quizá no sea, de forma inmediata, una de las principales preocupaciones de las mujeres jóvenes. Pero todas, en nuestra mente, llevamos incorporado una especie de «chip», un programa, que nos recuerda que un trágico día nos convertiremos en viejas brujas, en flores marchitas, en mujeres estropeadas.

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Una de las razones que me ha movido a escribir sobre este tema es que las mujeres mayores de 50 años que tengo a mi alrededor (madre, abuelas, tías, y otras mujeres de confianza) me repiten, con bastante frecuencia y un tono de lástima, de nostalgia, la siguiente idea: «tú disfruta, vive, aprovecha tu juventud, que luego llega un momento que te pasa como a mí, te haces vieja y te estropeas…«. A mí me gustaría decirlas a todas ellas que son mujeres estupendas y que no están estropeadas, que son seres humanos con miles de historias de contar y con una amplia experiencia que compartir, que están llenas de luz y sabiduría… Pero hay una venda en nuestros ojos que no nos deja ver.

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He hablado anteriormente de cómo el Sistema nos programa a las mujeres para odiarnos a nosotras mismas, cómo nos expropian nuestro cuerpo, nuestra mente, hasta el punto de de convertirnos en esclavas sumisas y perfectamente manipulables. La idea de fondo, grabada a fuego en el inconsciente colectivo, es siempre la misma: tu valor como mujer depende exclusivamente de lo sexualmente deseable que seas. Esto es tristísimo, pero además, para complicar aún más las cosas, ser «sexualmente deseable» se reduce a unos parámetros muy limitados, como ser joven, estar delgada, tener los pechos grandes, unos rasgos faciales y físicos conformes al canon de belleza vigente… y estos requisitos son, además, cada vez más estrictos, de manera que cada vez hay que ser más joven, estar más delgada, tener los pechos más grandes (lo cual entra en contradicción con lo anterior) y que tus rasgos no se salgan una milésima del maldito canon. Para entrar por el aro y pasar por el control de calidad, tenemos muchas herramientas: si estamos canónicamente gordas, podemos adelgazar, si somos canónicamente feas, podemos maquillarnos, pero hay una cosa que nunca se puede evitar ni detener: el paso del tiempo, y los intentos de hacerlo a menudo derivan en resultados esperpénticos.

Sólo hoy oferta especial en Morcillas de Burgos!!

¿Sigues pensando que las arrugas no son hermosas?

Ver en la televisión rostros inmovilizados por el bótox, que no pueden ni tan siquiera sonreír, horroriza a cualquiera; ver cuerpos imposibles moldeados a golpe de bisturí y silicona, también; ver almas tristes, que no quieren aceptar algo tan natural como su edad…es sin duda descorazonador. Sin embargo, hay un todo un negocio a escala mundial que se nutre de nuestros miedos, nuestro miedo a las arrugas, nuestro miedo a las canas, nuestro miedo a dejar de ser, en definitiva, objetos sexuales, que es para lo que estamos programadas… Y no nos damos cuenta de que lo que nos están vendiendo no es real, sino una ridícula fantasía: en los anuncios de cremas antiarrugas aparecen chicas de 18 años, en los anuncios de cremas anticelulíticas aparecen chicas a las que aún no les ha salido celulitis, en películas y series aparecen actrices de 25 años haciendo el papel de una experimentada madre de 40…pero la realidad es que vosotras nunca seréis como esas chicas, porque la ciencia aún no ha descubierto como viajar hacia atrás en el tiempo, y… ¿sabéis que? ¡tampoco tenéis por qué ser como esas chicas!

Sin embargo nuestros miedos ahí siguen, y en cierto modo es lógico. Un hombre maduro, con sus primeras arrugas y sus primeras canas, es ampliamente considerado un hombre atractivo, experimentado, inteligente e interesante… La mujer madura, en cambio, es invisible (¿cuántas presentadoras, periodistas, actrices, humoristas… mayores salen en televisión?, poquísimas, muchas menos que hombres) o bien es ridícula (una vieja bruja amargada e histérica que envidia y ataca a las más jóvenes). En los últimos años, el papel de la mujer madura en los medios ha evolucionado y ahora resulta todavía más penoso, y ello se debe al tono compasivo y almibarado que utilizan muchas revistas y programas a la hora de hablar de la menopausia, como diciendo: «¡eh, todos te vamos a tratar como una vieja y gorda de mierda, pero ánimo, que tú puedes! Ahora compra un pañal para que no te mees encima y aprende nuestras deliciosas recetas para hacer la merienda a tus nietos».

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De todas las humillaciones que el Sistema perpetra hacia las mujeres, quizá esta sea la mayor de todas: propagar el odio hacia la mujer por algo tan inevitable, natural y lógico como hacerse mayor, logrando que incluso llegue a odiarse a sí misma. Yo al Sistema ya no le pido nada, no espero nada de él: sé que no basta con pequeños cambios ni con «pequeñas victorias», hasta que este injusto modelo económico y social se venga abajo por completo el ser humano nunca podrá liberarse de sus estúpidas cadenas.

Pero sí que pido algo a las mujeres maduras, y desde aquí lanzo un mensaje desesperado hacia ellas. Porque sin duda estamos viviendo un momento histórico, un cambio de paradigma social y económico: el Sistema seguirá siendo igual de injusto, pero el poder está diseñando nuevos métodos (aún más sofisticados y retorcidos) para seguir robándonos nuestro pensamiento y nuestra libertad. Claramente, el mundo va a cambiar, y por ello lxs ciudadanxs debemos despertar y luchar para que ese cambio sea a nuestro favor, para cambiar las reglas de este juego de locos. Y para que el mundo cambie en ese sentido, el mundo necesita vuestra experiencia, sabiduría, madurez, sensibilidad, sensatez, valentía, fuerza, serenidad, firmeza, aprendizaje…

Porque vosotras NO estáis estropeadas, es la sociedad la que está estropeada, enferma, marchita, caduca, podrida.

Y vuestra voz, mente y manos son absolutamente imprescindibles para cambiarla.

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#7 – Tres mentiras y una verdad sobre el feminismo

El feminismo es algo que no deja ni nunca ha dejado indiferente a nadie: difícil de definir con exactitud, hay quien lo ve como una oportunidad y hay quien lo ve como una amenaza; unos lo consideran un éxito y otros un fracaso; para mí, el feminismo ha sido, en cierto modo, una revolución secuestrada (en próximos posts hablaré de ello). Lo que está claro es que miles de chicas jóvenes, que al fin y al cabo son a las que me dirijo en este blog, se acercan al feminismo con miedo, confusión, dudas, absorbiendo todos los prejuicios que flotan en el aire de nuestra malsana sociedad; y con este post lo que quiero es derrumbar esos mitos (algunos titulares están escritos en un tono exagerado para dar un toque de humor, pero en el fondo no se alejan demasiado de lo que realmente piensa la gente…).

1) El feminismo quiere imponer la Gran Dictadura Mundial del Coño y rebajar al Enemigo Varón a la condición de esclavo sexual

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FALSO. El feminismo, al igual que todas las demás revoluciones sociales, busca la igualdad entre todos los seres humanos, que ningún grupo imponga de forma coactiva su poder sobre otro y que no se tolere la discriminación, en este caso por razón de sexo. El feminismo denuncia la opresión que han sufrido sistemáticamente las mujeres y niñas de todas las culturas a lo largo de toda la historia (sí, incluida la sociedad occidental y la época actual) a las cuales se ha tratado y se trata, según convenga, como ganado, como una posesión o como una mera máquina de parir esclavos que trabajen y consuman en beneficio del Sistema; pero no creemos que la opresión deba remediarse con más opresión, no queremos un «machismo a la inversa»: queremos la libertad efectiva para todas las personas, una sociedad inclusiva donde fluya el pensamiento crítico, cuente la opinión de todxs y no se reduzca al ser humano (sea hombre o mujer) a una simple máquina de producir y consumir. Y no, tampoco creemos que «el enemigo» sean los hombres en general, el verdadero enemigo es el Sistema que controla física y mentalmente a lxs ciudadanxs, utilizando herramientas como la exclusión, la discriminación, y por tanto también el machismo, para limitar las posibilidades del ser humano y apropiarse de su energía, de su tiempo y de su vida.

2) Las feministas son feas, sucias y malfolladas y si son feministas es porque están amargadas y nadie quiere darlas «mandanga de la buena»

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FALSO. Estos son los argumentos más infantiles (pero por desgracia también los más efectivos) que utiliza el Sistema para que las mujeres tengan «miedo» a acercarse al feminismo, que tengan cuidado de no parecer «demasiado feministas». Pero basta utilizar la lógica y la razón para darse cuenta de que esta caricatura de las feministas no puede ser más irreal. En primer lugar, las feministas no son feas, pero entienden que su misión en la vida no es ser guapas, entienden que tienen cabeza para pensar, boca para opinar y manos para construir, que no son meros objetos de exposición. Hay feministas que llevan pelo corto, sudadera y zapatillas, y las hay también con pelo largo, minifalda y sandalias; pero por favor, dejemos de fijarnos en los malditos envoltorios, lo que las hace verdaderamente valiosas es la energía y la fuerza que albergan en su interior. Y respecto al otro mito…las feministas, lejos de estar amargadas, disfrutan incluso más de sus relaciones afectivas y sexuales, porque tienen menos complejos y menos prejuicios rancios respecto al amor y la sexualidad.

3) Las feministas son unas fanáticas radicales locas con las que no se puede dialogar y que sacrifican jóvenes doncellas a Satán

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FALSO. La verdad es que yo hace algunos años también tenía este prejuicio, era consciente de la cantidad de injusticias que se cometen contra la mujer pero, probablemente influida por familiares, amigxs y sobre todo por los medios de la comunicación, veía a las feministas demasiado intolerantes y dogmáticas. Sin embargo, un buen día apagué la tele y comencé a moverme por los círculos feministas de mi ciudad, asistir a reuniones, talleres… y allí sólo me encontré personas críticas, despiertas, con la mente abierta y de lo más tolerantes con las opiniones de los demás. Dentro del feminismo existen una gran cantidad de corrientes y opiniones, pero si a pesar de todo sigues pensando que las feministas son dogmáticas, ¡con más razón te necesitamos en el movimiento!, porque el dogmatismo y las mentes cerradas siempre terminan por destruir toda revolución.

4) El mundo está lleno de falsas (y falsos) feministas

VERDADERO. Por desgracia, el feminismo es utilizado como arma política por los altos cargos de los gobiernos y las corporaciones para ganar popularidad, votos, para dar «buena imagen». Inflan sus discursos con elogios vacíos a la mujer y se les llena la boca de términos como «igualdad» y «género», pero, siendo honestos, si a toda esta gente les importa una mierda el destino de la Humanidad y del Planeta, ¿cómo les van a importar los problemas de las mujeres? Esta hipocresía llega hasta límites absurdos, como un banco que decidió regalar una bayeta a sus empleadas y un alcalde que decidió regalar un delantal a las vecinas por el Día de la Mujer Trabajadora.

La aplastante presencia de mujeres en la Cumbre Mundial de la Mujer

La aplastante presencia de mujeres en la Cumbre Mundial de la Mujer

Toda esta gente jamás se autodefinirá como «machista» o «sexista», incluso muchos no tienen ningún reparo en declarar ser «feministas», pero lo cierto es que el verdadero feminismo, el que se organiza y lucha desde la base, les da auténtico miedo.

De hecho, si todos estos prejuicios sobre el feminismo que he enumerado anteriormente están anclados en la mente de las personas, a pesar de que no es «políticamente correcto» expresarlos en público, es por miedo, es porque el Sistema tiene miedo de que las personas dejen de sentirse limitadas por los roles asignados a su género, dejen de sentirse robots programables en todos los ámbitos de la vida y empiecen a sentirse personas libres con capacidad de pensamiento pronto.

Mientras tanto, nosotras seguimos, de algún modo, prisioneras en la cárcel de nuestra propia mente, y el feminismo es una llave más que nos permitirá ir desbloqueando, poco a poco, la pesada puerta metálica de nuestra prisión. Acerquémonos sin miedo, construyendo y luchando juntas, manteniendo siempre una actitud crítica.

Al principio hay que soportar el esfuerzo…pero después nada importará que nos llamen feas, gordas, amargadas, locas. Nosotras nos sentiremos libres.

#6 – El verano, esa época triste

El día 21 de junio comenzó el verano en el hemisferio norte del planeta Tierra (sé que hay compañeras que me leen desde el hemisferio Sur donde aún no es verano, ¡un abrazo a todas ellas!). El caso es que, a pesar del ambiente soleado y las caras felices de los anuncios de televisión, el verano, para mí, no deja de ser de algún modo una época triste.

A lo largo del año, las personas estamos en constante evolución: las circunstancias de nuestra vida nos hacen reflexionar, cambiar; a lo largo del año reforzamos más aún nuestras convicciones e ideas o bien decidimos romper con todo en lo que habíamos creído hasta ahora; a lo largo del año soñamos y despertamos en un ciclo que finalmente nos enriquece y nos transforma en mejores personas.

Sin embargo, en verano parece que esa maravillosa transformación desaparece por completo, ya que el Sistema ataca más que en cualquier otra época del año para convencernos de que no somos seres humanos, sino muñecas, y para ello saca toda su artillería pesada en forma de anuncios de chicas en bikini, dietas, y una avalancha de contradicciones del tipo:

«Come sano», cuando en realidad quieren decir «no comas»;

«Protégete del Sol», cuando en realidad quieren decir «ponte morena»,

«Disfruta del verano» cuando en realidad quieren decir «esclavízate en verano».

Es en esta época cuando las grandes corporaciones hacen «su agosto» (y nunca mejor dicho) y por ello la maquinaria de manipulación a través de la publicidad está presente en todas partes. Se utiliza a una chica en bikini hasta para vender un reactor nuclear, y en todos los anuncios el apasionante universo de la mujer se reduce a chicas jóvenes que sólo sonríen y muestran su artificial y enfermizo cuerpo; que no hablan, ni opinan, ni sienten; tan sólo son cosas tontas.

¿Es que no véis la clara relación entre las chicas en bikini y la aeronáutica?

¿Es que no véis la clara relación entre las chicas en bikini y la aeronáutica?

Muchxs pueden pensar que estoy exagerando, que no dejarse llevar por la publicidad es tan sólo una cuestión de «tener un poquito de personalidad», pero lo cierto es que se invierten millones y millones para que las mujeres no tengamos personalidad e indudablemente no se gastaría semejante cantidad de dinero si no tuviera efectos más que palpables. Y estos efectos, por más que queramos mirar hacia otro lado, son considerablemente graves.

En primer lugar, en esta época muchas adolescentes, niñas y jóvenes tienen unas largas vacaciones, con más tiempo libre que de costumbre. Y es triste saber cómo gran parte de ese maravilloso tiempo se consume por la obsesión con el físico, algo que es tan efímero; es triste saber cómo todas esas horas que las chicas pasan tomando el sol sin hacer absolutamente nada podrían emplearlas en leer, aprender, experimentar cosas nuevas, charlar con lxs amigxs… Es triste saber cómo todas esas horas que pasan aferradas a la fría máquina de un gimnasio para tener las piernas bonitas las podrían pasar caminando o andando en bici al aire libre, bajo el cobijo de los árboles de un parque… De acuerdo, visto así, esto puede no parecer tan grave, pero echar a perder el limitado tiempo de nuestra vida es una de las cosas más tristes del mundo, es un tiempo que ya nunca se puede recuperar…Y pensaréis: si todas estas chicas deciden pasar su tiempo así, es su problema, nadie debe meterse de por medio… Pero se nos olvida que cada una de estas chicas es potencialmente capaz de cambiar el mundo, y hay un mecanismo que lo impide porque las hace deshumanizarse a ellas mismas, convirtiéndose en meros objetos de exposición.

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Pero la religión del bikini no sólo nos hace malgastar nuestro tiempo en cosas banales, también tiene consecuencias gravísimas e irreversibles sobre la salud de muchas chicas.

El primer mandamiento de la religión del bikini, «no estarás gorda», se repite como un mantra en revistas, anuncios, e incluso en la boca de nuestros familiares y amigos más cercanos. Y millones de chicas en todo el mundo encuentran la redención dejando de comer. Sí, vale, dicho así no parece tan grave, todxs vemos muy natural y normal dejar de comer para estar delgadx pero…¿¡alguien se imagina a un animal de cualquier otra especie dejando de comer sólo para estar delgado!? Es algo que sin duda va contra la naturaleza de los seres vivos, sin embargo, el constante bombardeo con el mandamiento de «no estarás gorda» lleva a mujeres de todas las edades a sufrir, y hasta a morir, por trastornos alimentarios. Porque somos incapaces de entender que una mujer debe amar y aceptar su cuerpo, y estamos programadxs para rechazar automáticamente a cualquiera cuyo cuerpo no entre dentro de los malditos cánones de belleza.

¡Eres mucho más que un número!

¡Eres mucho más que un número!

El segundo mandamiento, «no estarás blanca», lleva a millones de chicas a meterse en asfixiantes ataúdes blancos llamados «cabinas de rayos uva», o a pasar horas y horas tumbadas en una toalla bajo el Sol a las horas centrales del día. Una vez más, desoímos a la Madre Naturaleza, la cual nos dotó de piel y vello corporal (el cual también arrancamos) precisamente para protegernos del Sol, astro cuya luz es necesaria para la vida en la Tierra pero que también emite algunos rayos nocivos de los que antaño nos protegía la cada vez más deteriorada capa de ozono. En lugar de protegernos del Sol, que sería lo lógico, o en todo caso tomar el sol por poco tiempo a unas horas razonables (que eso tampoco es malo para la salud) nos dedicamos a achicharrarnos como sardinas hasta los límites de la insolación sólo porque alguien nos ha dicho que si estamos blancas no estaremos bellas, no nos aceptarán, no brillaremos, no seremos felices. Y, por no aceptar el color de piel que la naturaleza ha escogido para nosotrxs, corremos el riesgo de sufrir melanoma o cáncer de piel, uno de los tipos de cáncer más complicados que existen. El vídeo «querida yo a los dieciséis» recoge testimonios en primera persona de chicas y chicos jóvenes que han sufrido este horrible tipo de cáncer.

Vive rápido, muere joven y deja un bonito (y bronceado) cadáver

Vive rápido, muere joven y deja un bonito (y bronceado) cadáver

Ahora, en verano, por todas partes proliferan mensajes en los medios de comunicación que dicen «en verano, CUÍDATE». Yo desde aquí tan sólo quiero revelaros que es mentira, que no quieren ni les interesa lo más mínimo que cuidéis vuestro cuerpo, sino que lo odiéis, que lo destruyáis, que sacrifiquéis lo único que verdaderamente os pertenece que es vuestro cuerpo y vuestra mente a su dios, el dios del capitalismo, el dios del dinero.

La verdadera revolución comienza cuando nos encontramos en paz con nosotrxs mismxs y comprendemos el verdadero poder de nuestro cuerpo y nuestra mente.

¡Libera tu mente!

¡Libera tu mente!

 

#3 – Chicas malas

Aldous Huxley, en su novela Un mundo feliz, hablaba de una droga, el soma, a través de la cual se mantenía felizmente sometida a toda la población. Sin duda, una de las muchas clases de soma con la que se droga a la gente hoy en día son todos estos programas de televisión en los que se expone la vida de famosillos y famosillas de medio pelo, que no han hecho absolutamente nada en su vida y además se hace de la forma más ridícula e indigna.

El corazón, al igual que cualquier otra droga, causa una fuerte adicción. Sabemos que estos programas no nos aportan absolutamente nada y que son una forma estúpida de perder el tiempo; pero aún así nos hipnotizan, nos «enganchan» con sus caras guapas, sus imágenes rápidas, sus colores brillantes y su música estridente. Nos hacen escapar de nuestras aburridas e insípidas vidas, nos hacen sentirnos como un dios, un Gran Hermano capaz de saber absolutamente todo sobre las miserable intimidad de los bufones que aparecen en nuestras pantallas de televisión.

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Admiramos su falta de dignidad, de sentido común, de inteligencia; y es preocupante cómo muchas chicas acaban adoptando la fantasía de que su propia vida es un reality show. Así, siguen a las concursantes de Mujeres y Hombres y viceversa o a las de Gandía Shore y quieren ser como ellas: Barbies con extensiones y pechos de plástico que compiten por cazar a su Ken; quieren ser famosas y salir en revistas que tratan a las mujeres como ganado, quieren salir cada noche, beber y drogarse hasta perder la consciencia porque en las pantallas de televisión no se proyecta la destrucción personal y familiar que provocan las drogas. Confunden tener muchos seguidores en Twitter o Instagram con ser admiradas o respetadas.

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Y el corazón, al igual que las demás drogas, no sólo nos destruye personalmente sino que también desintegra nuestros lazos sociales. Nos convierte en chicas malas: se nutre de nuestra falta de autoestima para hacer que perdamos nuestro tiempo criticando a las demás mujeres y juzgándolas por su físico, su peso, su edad, su vida personal…  De hecho, hay revistas que el único contenido que ofrecen es burlarse de los defectos físicos de mujeres famosas (¡y nunca de hombres!). Al introducirnos en esta dinámica, esta droga nos produce un chute de euforia, nos hace sentir mejor: creemos que, comparándonos con las demás, somos más guapas, más listas, más «decentes», mejores madres… en definitiva, menos miserables.

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Así, muchas chicas se «arreglan» (como si al natural estuviesen estropeadas) no para impresionar a una persona que les guste, sino para evitar las críticas de otras mujeres; suegra y nuera «compiten» por ver quién trata mejor al hombrecito de la casa y, siendo honestas, ¿quién de nosotras no ha sido traicionada por una supuesta amiga o grupo de amigas en el instituto?

La sociedad siempre trata de convencernos de que esto es algo natural, de que las mujeres somos víboras por naturaleza, de que somos el sexo débil, enfermizo y retorcido que tiene que ir por detrás ante su falta de fuerza física. ¿Es esto cierto? Claramente no, pero a los amos de este planeta les interesa y mucho fomentar esta clase de comportamiento. Les interesa mantenernos distraídas con nuestras intrigas sentimentales en lugar de observar y cuestionar la realidad que nos rodea; que perdamos el tiempo en preocuparnos por lo que piensen los demás en lugar de preguntarnos qué es lo que realmente queremos nosotras; y lo que es más importante, les interesa que NUNCA ESTAMOS UNIDAS. Porque saben que el día que estemos unidas y tengamos claro por qué luchamos, los pilares de su imperio sexista basado en el engaño y la opresión comenzarán a temblar.

Por tanto, destruyamos todos aquellos prejuicios e ideas rancias que nos mantienen desunidas, apaguemos el televisor y no dejemos que sus mentiras envenenen nuestra mente, usemos la cabeza y no consumamos corazón.

¿Chicas malas?…¡sí, pero para su sistema!

#2 – Rompamos espejos, rompamos cánones

¿Qué es el canon?

Canon es la regla, lo convencional, el protocolo, lo estándar: o estás dentro del canon o estás fuera. En concreto, los cánones de belleza han estado presentes en el arte y la arquitectura a lo largo de toda la historia, y su función original es orientar a artistas, escultores, pintores… e inscribirles dentro de una corriente u otra.

El problema viene cuando el canon de belleza se convierte en una especie de Ley Universal ante la que el ser humano (y especialmente las mujeres) tiene que someterse de forma incuestionable, a pesar de que el canon de belleza de hoy en día es, desde mi punto de vista, el más estúpido desde la época de los corsés y las pelucas empolvadas.

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Esta es Miranda Kerr, una buena representante de lo que es el canon de belleza de hoy en día. Su verdadera cara está oculta bajo toneladas de maquillaje, su peinado resulta de horas de maltrato térmico a base de plancha y tenacillas, sus tetas son producto del push-up y probablemente algún toque de silicona y, ¿quieres saber algo verdaderamente bizarro? Miranda Kerr no tiene cejas. Muchas modelos no tienen cejas, las tienen afeitadas completamente o a la mitad, y lo que hacen es pintárselas (últimamente se las están dejando crecer, pero esto seguramente no sea más que otra tendencia pasajera). Pero esto no es lo más grotesco. Miranda Kerr, si se hiciera la prueba del Índice de Masa Corporal (IMC), probablemente obtendría como resultado «desnutrición severa». En la foto se aprecia bastante bien, pero probablemente estés tan cegada que no seas capaz de verlo.

Y eso es lo preocupante: nos quieren enfermas, plastificadas y modificadas y nosotras lo vemos como algo completamente normal. Es más, cuando vemos una mujer que no tiene la suerte de haber nacido tan guapa como Miranda Kerr y se niega a enfermar, plastificarse o modificarse enseguida nos apresuramos a llamarla gorda, plana o fea.

Pero todo esto tiene una razón de ser: nos han programado para pensar así porque esto mueve un negocio verdaderamente millonario. La economía capitalista no se basa en satisfacer necesidades, sino en crear insatisfacción. Y por eso nunca nos vemos lo suficientemente delgadas, nunca sentimos que la ropa nos sienta lo suficientemente bien: así volveremos a la tienda a comprar más ropa. Cada vez que una mujer pierde un complejo, una corporación pierde potenciales y suculentos beneficios.

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Y esa es la dinámica diaria en la que viven millones de mujeres en el mundo industrializado: todas caminamos como zombies en busca de una perfección física que en absoluto nos hará más felices, más libres o nos hará sentir más realizadas. Desde nuestra más tierna infancia entramos en una cadena de producción para convertirnos en muñecas de plástico: nos sometemos a estrictas dietas para tener éxito en la operación bikini, nos arrancamos el vello natural de nuestro cuerpo, nos obsesionamos con la imagen que proyectamos hacia los demás. Nos bombardean a todas horas con imágenes de mujeres perfectas a las que debemos parecernos, el Gran Hermano de la Belleza nos vigila las 24 horas del día, es el espejo aquel ante quien debemos rendir cuentas. Nos da vergüenza entrar solas a los sitios, necesitamos que nuestras amigas abran la puerta primero o nos acompañen al baño. Al entrar en clase, en el trabajo, en las reuniones familiares…nos sometemos al escrutinio de todos aquellos a nuestro alrededor que van a juzgar nuestro físico, y nosotras mismas encontramos diversión en juzgar y criticar el físico de lxs demás. Y esta espiral insana deriva en terribles consecuencias: rostros y cuerpos deformados por la adicción a la cirugía estética, chicas de todas las edades con graves trastornos alimentarios, mujeres que sufren rechazo social e incluso no encuentran trabajo debido a sus características físicas.

Este mecanismo diabólico, obviamente, no sólo engorda los bolsillos de las grandes corporaciones de la moda y la belleza, sino que también beneficia a las élites mundiales que quieren una población aborregada, esclava, dormida. Y, para ello, ¿qué mejor que conseguir que las mujeres sean vistas por la sociedad (y por ellas mismas) como nada más que un ejército de cuerpos, objetos, muñecas?

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El oncólogo brasileño Drauzio Varella dijo una frase que representa muy bien el mundo actual:

«En el mundo actual se está invirtiendo cinco veces más en medicamentos para la virilidad masculina y en silicona para mujeres que en la cura del Alzheimer. De aquí a algunos años, tendremos ancianos sin problemas de virilidad y ancianas con grandes senos, pero ninguno de ellos se acordará para qué sirven«.

No consintamos esto: despertemos y defendamos nuestra existencia como seres humanos en busca de la verdad, la libertad, el conocimiento. No permitamos nunca más que nos traten como muñecas.

Rompamos espejos, rompamos cánones.