#16 – Consigue el pecho perfecto en un solo paso

Más o menos desde mi pubertad, comencé a darme cuenta de que mis pechos no se desarrollaban igual ni tenían exactamente el mismo aspecto que los de mis amigas, tías, primas y mujeres conocidas en general. Y un día, buceando por Internet, encontré el nombre de mi condición: descubrí que tenía mamas tuberosas.

En un arrebato de curiosidad, entré en el artículo de Wikipedia sobre el tema, y hallé esta magnífica definición:

Las mamas tuberosas son una malformación o deformación de las mamas, que se presenta desde el desarrollo puberal. Puede ocurrir que el tejido que cubre la glándula mamaria presente una rigidez excesiva y no se expanda adecuadamente juntamente con el crecimiento progresivo de la glándula mamaria […]

Podéis imaginar mi acojone mayúsculo al leer eso de «malformación». ¡Qué horror! ¿Me provocarían mis deformes pechos dolorosas molestias? ¿Cáncer? ¿Hernias? Tras investigar un poco más y vivir mis propias experiencias personales a lo largo de los años, he descubierto que las mamas tuberosas:

  • No tienen nada que ver con padecer tumores o cáncer de pecho;
  • Proporcionan exactamente el mismo placer sexual que unas mamas «normales»;
  • No suponen problemas a la hora de dar amamantar a un bebé,
  • No causan dolores, molestias ni problemas de salud de ningún tipo.

¿Cuál es el problema, pues? Al descubrir todo esto, no entendía por qué a este tipo de mamas se les considera una malformación. Algo no me cuadraba, y decidí, entonces, buscar cuál era la definición de malformación. Encontré esto:

Una deformidad o malformación es una diferencia notable en la forma del cuerpo o parte del cuerpo, u órgano del cuerpo (interno o externo) comparada con la forma promedio de la parte en cuestión.

He aquí el meollo de la cuestión: esta definición es demasiado ambigua y cada cual la puede manipular como mejor le convenga. Por ejemplo, estas tres personas, según esta definición, podrían ser deformes:

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Y es que la forma y tamaño de sus labios son notablemente distintos a los valores promedio. Sin embargo, como es una deformidad considerada «bonita» y «sexy» nadie les pone la etiqueta de deformes. Paradójicamente, la misma industria de la cirugía estética que se ofrece a resolver mi «malformación» de las mamas tuberosas también se ofrece a transformar unos labios promedio en unos labios exageradamente grandes y según la definición anterior… ¡deformes!

Esa poderosa industria que trata de convencerme de que yo necesito esa intervención quirúrgica porque mis mamas con «malformaciones» pueden causarme traumas y severos daños a mi autoestima.

¿Y por qué, si a mí mis lolas me parecen muy bonitas? Pues porque nuestra sociedad valora las mamas tuberosas como algo feo y rechazable. Y ante este hecho, yo como individuo puedo tomar dos decisiones:

  • Que me importe una mierda lo que opine la sociedad de mi cuerpo.
  • Meterme a un quirófano y someterme a una truculenta operación (la cual no voy a describir aquí, sólo diré que he visto vídeos y la verdad es que hay pelis gore que encuentro más flojitas).

Adivinad qué solución me recomiendan todos, absolutamente todos los artículos periodísticos que he leído (a sueldo de la industria de la belleza, claro). Por supuesto, ninguno habla del postoperatorio, ni de la pérdida de sensibilidad tras la operación… Porque sí, aumentarse el pecho implica renunciar a algo tan sagrado como tu propio placer sexual, simplemente por complacer a los demás y obtener su aprobación.

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Según los cánones de belleza actuales la Venus del Milo es «deforme». Sin comentarios

Pensaréis: «otra tía que viene a hablar de sus tetas para parecer subversiva«. Pero las tetas son una simple excusa para hablar de una viciada manipulación a la que estamos sometidos de forma constante: crear un problema para venderte la solución. En este caso, crean algo llamado «problema estético» (cuando algo estético de por sí es dudoso que sea un problema, ya que la apreciación de lo que es bonito y lo que es feo varía según los infinitos gustos de las personas…) para vendernos SU solución, la cirugía estética. Una solución, que a su vez, genera otro problema (la insensibilidad mamaria) y para el que pronto inventarán otra solución… y así sucesivamente. El negocio redondo.

Ocurre con todo. Nos venden productos para reparar nuestro pelo quemado por las planchas, cuando a lo mejor lo que tendríamos que hacer es dejar de usar planchas…

Nos invitan constantemente a consumir comida rica en azúcares y grasas que engorda mucho, para después vendernos dietas y productos adelgazantes…

Y también nos generan constantemente nuevas necesidades y mayor escasez para vendernos la solución de pedir un crédito. Incluso crean conflictos y crisis globales para después vendernos la solución geopolítica que más le conviene a la élite, tal y como se describe muy bien en este artículo: La trampa está en la solución.

Tal vez no le damos demasiada importancia, pero lo cierto es que esta es una sibilina forma de control, de control sobre nuestros cuerpos, nuestra voluntad, nuestras finanzas… Nos convierte en débiles, dependientes de las soluciones que nos ofrezcan, y nos atrapa en una espiral de la que es muy difícil salir. Un proceso en el que llegamos a perder lo más esencial de nuestra existencia en la Tierra: nuestra propia integridad física y mental.

Yo no critico las personas que se han sometido a operaciones de cirugía estética, no soy yo quién para juzgar lo que cada cual hace libremente con su cuerpo y además la casuística es muy variada, hay muchos tipos de afecciones mamarias de distinta gravedad. Pero si nos centramos en el tema de las mamas tuberosas… En el 98% de los ejemplos que he visto en las webs de cirujanos plásticos encuentro mamas completamente normales, bonitas, quizá más pequeñas que la media, sí, pero en absoluto deformes. Cada cual es libre de hacer lo que hace y operarse si así lo desea, pero lo que no debemos consentir es que nos llamen «deformes» por ser diferentes, no podemos permitir que nos engañen y creen traumas en beneficio de sus bolsillos…

Si quieres tener un pecho perfecto, el resto de blogs y páginas web te dirán que te operes, que te sentirás mucho mejor sin tu «malformación» y bla, bla, bla. Yo te ofrezco hacerlo en un solo «paso»: «paso de lo que me digan los demás», porque la noción de perfecto sólo la puedes definir tú. No eres deforme, hermana. La malformación la tienen ellos en el cerebro.

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# 11 – Tú lo que tienes que hacer es sacarte partido

En mi adolescencia, la frase que más escuché (después de «tienes que integrarte», lo que en realidad quiere decir: sé otra muñeca más sin personalidad) es sin duda «tú eres guapa, pero lo que tienes que hacer es sacarte partido».

Betty la Hipster, perdón, Betty la Fea

Betty la Hipster, perdón, Betty la Fea

Y estoy segura de que no soy la única. De acuerdo a la sociedad entera, nuestra misión vital no es otra que sacarnos partido. Las que lo hacen, van bien encaminadas, las que no… pues en fin, son un auténtico desperdicio, un mantantial de juventud y belleza desaprovechados…. Como un pastelito con patas que va a parar a la basura.

Si crees que no eres capaz de sacarte partido, lo siento. Yo misma soy un jodido desastre sacándome partido. Así que no puedo ayudarte en este sentido.

No puedo decirte cómo sacar partido a tu cara, a tus pestañas, a tus labios. No puedo decirte cómo sacar partido a tu pecho, a tu culo, a tus piernas; qué debes hacer si eres alta, baja, gorda o delgada. No puedo decirte cómo sacar partido a tu vida social, amorosa o sexual, no puedo decirte qué look se va a llevar la próxima temporada. Y tampoco puedo decirte qué te queda mejor en función de tu tipo de cuerpo, porque yo pienso que la variedad de formas, curvas y ángulos de los cuerpos humanos es infinita y demasiado bella como para catalogarla en cinco o seis estúpidas tipologías.

Mi tipo de cuerpo es "MTPEC", que quiere decir "Métete Tus Putas Etiquetas por el Culo"

Mi tipo de cuerpo es «MTPEC», que quiere decir «Métete Tus Putas Etiquetas por el Culo»

No puedo ayudarte a «sacarte partido», como ves, y tengo una mala noticia: probablemente nadie puede hacerlo. Sólo tú sabes cómo sentirte cómoda, segura, sexy, con confianza en ti misma. Sabes que ese look para delgadas puede sentarte genial aunque estés un poco rellenita, que ese color para morenas te puede quedar fantástico aunque seas blanca. Seguro que sí que sabes sacar partido a tu imagen, aunque te digan que no o aunque no lo hagas de la forma en la que el Sistema te dice que lo tienes que hacer.

Pero por más partido que saques a tu imagen personal, la forma en la que estás más auténtica, mágica y fascinante es desnuda.

Sin ropa, sin prejuicios, sin miedos. Sumergiéndote en lo más profundo y oscuro de tu ser, con el cuerpo desnudo, el alma desnuda, la mente desnuda.

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Y es así, en nuestra desnudez, sin adornos ni artificialidades, como somos verdaderamente libres, como nos damos cuenta de que tenemos una máquina maravillosa donde vive nuestro Yo, nuestra conciencia, nuestro espíritu. Que nos permite creer y crear, dudar y destruir, pensar y sentir. Ese órgano olvidado al que nadie nos pide que le saquemos partido. Se trata del cerebro.

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Sacar partido a tu cerebro es un viaje apasionante… Es dejar volar tu fantasía e imaginar un mundo diferente… Sentirte en armonía con tu cuerpo, con los demás, con la Naturaleza… Descubrir tus convicciones e ideas más profundas y cuestionarte todo lo que siempre te han dicho para llegar, tú misma, a construir tu propio pensamiento, sin la presión de la sociedad, como la artista que crea su obra.

Por desgracia, el Sistema no quiere verte desnuda (a menos que sea al servicio de la industria pornográfica) ni tampoco que uses tu cerebro (si no es para consumir y para seguir al rebaño). Prefiere ponerte capas y capas de estúpida ropa según «las últimas tendencias» y poner un botón de apagado a tu pensamiento.

Pero tú lo que tienes es que encender tu mente. Tú lo que tienes es que sacar partido… al universo ilimitado que existe dentro de ti.

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#6 – El verano, esa época triste

El día 21 de junio comenzó el verano en el hemisferio norte del planeta Tierra (sé que hay compañeras que me leen desde el hemisferio Sur donde aún no es verano, ¡un abrazo a todas ellas!). El caso es que, a pesar del ambiente soleado y las caras felices de los anuncios de televisión, el verano, para mí, no deja de ser de algún modo una época triste.

A lo largo del año, las personas estamos en constante evolución: las circunstancias de nuestra vida nos hacen reflexionar, cambiar; a lo largo del año reforzamos más aún nuestras convicciones e ideas o bien decidimos romper con todo en lo que habíamos creído hasta ahora; a lo largo del año soñamos y despertamos en un ciclo que finalmente nos enriquece y nos transforma en mejores personas.

Sin embargo, en verano parece que esa maravillosa transformación desaparece por completo, ya que el Sistema ataca más que en cualquier otra época del año para convencernos de que no somos seres humanos, sino muñecas, y para ello saca toda su artillería pesada en forma de anuncios de chicas en bikini, dietas, y una avalancha de contradicciones del tipo:

«Come sano», cuando en realidad quieren decir «no comas»;

«Protégete del Sol», cuando en realidad quieren decir «ponte morena»,

«Disfruta del verano» cuando en realidad quieren decir «esclavízate en verano».

Es en esta época cuando las grandes corporaciones hacen «su agosto» (y nunca mejor dicho) y por ello la maquinaria de manipulación a través de la publicidad está presente en todas partes. Se utiliza a una chica en bikini hasta para vender un reactor nuclear, y en todos los anuncios el apasionante universo de la mujer se reduce a chicas jóvenes que sólo sonríen y muestran su artificial y enfermizo cuerpo; que no hablan, ni opinan, ni sienten; tan sólo son cosas tontas.

¿Es que no véis la clara relación entre las chicas en bikini y la aeronáutica?

¿Es que no véis la clara relación entre las chicas en bikini y la aeronáutica?

Muchxs pueden pensar que estoy exagerando, que no dejarse llevar por la publicidad es tan sólo una cuestión de «tener un poquito de personalidad», pero lo cierto es que se invierten millones y millones para que las mujeres no tengamos personalidad e indudablemente no se gastaría semejante cantidad de dinero si no tuviera efectos más que palpables. Y estos efectos, por más que queramos mirar hacia otro lado, son considerablemente graves.

En primer lugar, en esta época muchas adolescentes, niñas y jóvenes tienen unas largas vacaciones, con más tiempo libre que de costumbre. Y es triste saber cómo gran parte de ese maravilloso tiempo se consume por la obsesión con el físico, algo que es tan efímero; es triste saber cómo todas esas horas que las chicas pasan tomando el sol sin hacer absolutamente nada podrían emplearlas en leer, aprender, experimentar cosas nuevas, charlar con lxs amigxs… Es triste saber cómo todas esas horas que pasan aferradas a la fría máquina de un gimnasio para tener las piernas bonitas las podrían pasar caminando o andando en bici al aire libre, bajo el cobijo de los árboles de un parque… De acuerdo, visto así, esto puede no parecer tan grave, pero echar a perder el limitado tiempo de nuestra vida es una de las cosas más tristes del mundo, es un tiempo que ya nunca se puede recuperar…Y pensaréis: si todas estas chicas deciden pasar su tiempo así, es su problema, nadie debe meterse de por medio… Pero se nos olvida que cada una de estas chicas es potencialmente capaz de cambiar el mundo, y hay un mecanismo que lo impide porque las hace deshumanizarse a ellas mismas, convirtiéndose en meros objetos de exposición.

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Pero la religión del bikini no sólo nos hace malgastar nuestro tiempo en cosas banales, también tiene consecuencias gravísimas e irreversibles sobre la salud de muchas chicas.

El primer mandamiento de la religión del bikini, «no estarás gorda», se repite como un mantra en revistas, anuncios, e incluso en la boca de nuestros familiares y amigos más cercanos. Y millones de chicas en todo el mundo encuentran la redención dejando de comer. Sí, vale, dicho así no parece tan grave, todxs vemos muy natural y normal dejar de comer para estar delgadx pero…¿¡alguien se imagina a un animal de cualquier otra especie dejando de comer sólo para estar delgado!? Es algo que sin duda va contra la naturaleza de los seres vivos, sin embargo, el constante bombardeo con el mandamiento de «no estarás gorda» lleva a mujeres de todas las edades a sufrir, y hasta a morir, por trastornos alimentarios. Porque somos incapaces de entender que una mujer debe amar y aceptar su cuerpo, y estamos programadxs para rechazar automáticamente a cualquiera cuyo cuerpo no entre dentro de los malditos cánones de belleza.

¡Eres mucho más que un número!

¡Eres mucho más que un número!

El segundo mandamiento, «no estarás blanca», lleva a millones de chicas a meterse en asfixiantes ataúdes blancos llamados «cabinas de rayos uva», o a pasar horas y horas tumbadas en una toalla bajo el Sol a las horas centrales del día. Una vez más, desoímos a la Madre Naturaleza, la cual nos dotó de piel y vello corporal (el cual también arrancamos) precisamente para protegernos del Sol, astro cuya luz es necesaria para la vida en la Tierra pero que también emite algunos rayos nocivos de los que antaño nos protegía la cada vez más deteriorada capa de ozono. En lugar de protegernos del Sol, que sería lo lógico, o en todo caso tomar el sol por poco tiempo a unas horas razonables (que eso tampoco es malo para la salud) nos dedicamos a achicharrarnos como sardinas hasta los límites de la insolación sólo porque alguien nos ha dicho que si estamos blancas no estaremos bellas, no nos aceptarán, no brillaremos, no seremos felices. Y, por no aceptar el color de piel que la naturaleza ha escogido para nosotrxs, corremos el riesgo de sufrir melanoma o cáncer de piel, uno de los tipos de cáncer más complicados que existen. El vídeo «querida yo a los dieciséis» recoge testimonios en primera persona de chicas y chicos jóvenes que han sufrido este horrible tipo de cáncer.

Vive rápido, muere joven y deja un bonito (y bronceado) cadáver

Vive rápido, muere joven y deja un bonito (y bronceado) cadáver

Ahora, en verano, por todas partes proliferan mensajes en los medios de comunicación que dicen «en verano, CUÍDATE». Yo desde aquí tan sólo quiero revelaros que es mentira, que no quieren ni les interesa lo más mínimo que cuidéis vuestro cuerpo, sino que lo odiéis, que lo destruyáis, que sacrifiquéis lo único que verdaderamente os pertenece que es vuestro cuerpo y vuestra mente a su dios, el dios del capitalismo, el dios del dinero.

La verdadera revolución comienza cuando nos encontramos en paz con nosotrxs mismxs y comprendemos el verdadero poder de nuestro cuerpo y nuestra mente.

¡Libera tu mente!

¡Libera tu mente!

 

#2 – Rompamos espejos, rompamos cánones

¿Qué es el canon?

Canon es la regla, lo convencional, el protocolo, lo estándar: o estás dentro del canon o estás fuera. En concreto, los cánones de belleza han estado presentes en el arte y la arquitectura a lo largo de toda la historia, y su función original es orientar a artistas, escultores, pintores… e inscribirles dentro de una corriente u otra.

El problema viene cuando el canon de belleza se convierte en una especie de Ley Universal ante la que el ser humano (y especialmente las mujeres) tiene que someterse de forma incuestionable, a pesar de que el canon de belleza de hoy en día es, desde mi punto de vista, el más estúpido desde la época de los corsés y las pelucas empolvadas.

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Esta es Miranda Kerr, una buena representante de lo que es el canon de belleza de hoy en día. Su verdadera cara está oculta bajo toneladas de maquillaje, su peinado resulta de horas de maltrato térmico a base de plancha y tenacillas, sus tetas son producto del push-up y probablemente algún toque de silicona y, ¿quieres saber algo verdaderamente bizarro? Miranda Kerr no tiene cejas. Muchas modelos no tienen cejas, las tienen afeitadas completamente o a la mitad, y lo que hacen es pintárselas (últimamente se las están dejando crecer, pero esto seguramente no sea más que otra tendencia pasajera). Pero esto no es lo más grotesco. Miranda Kerr, si se hiciera la prueba del Índice de Masa Corporal (IMC), probablemente obtendría como resultado «desnutrición severa». En la foto se aprecia bastante bien, pero probablemente estés tan cegada que no seas capaz de verlo.

Y eso es lo preocupante: nos quieren enfermas, plastificadas y modificadas y nosotras lo vemos como algo completamente normal. Es más, cuando vemos una mujer que no tiene la suerte de haber nacido tan guapa como Miranda Kerr y se niega a enfermar, plastificarse o modificarse enseguida nos apresuramos a llamarla gorda, plana o fea.

Pero todo esto tiene una razón de ser: nos han programado para pensar así porque esto mueve un negocio verdaderamente millonario. La economía capitalista no se basa en satisfacer necesidades, sino en crear insatisfacción. Y por eso nunca nos vemos lo suficientemente delgadas, nunca sentimos que la ropa nos sienta lo suficientemente bien: así volveremos a la tienda a comprar más ropa. Cada vez que una mujer pierde un complejo, una corporación pierde potenciales y suculentos beneficios.

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Y esa es la dinámica diaria en la que viven millones de mujeres en el mundo industrializado: todas caminamos como zombies en busca de una perfección física que en absoluto nos hará más felices, más libres o nos hará sentir más realizadas. Desde nuestra más tierna infancia entramos en una cadena de producción para convertirnos en muñecas de plástico: nos sometemos a estrictas dietas para tener éxito en la operación bikini, nos arrancamos el vello natural de nuestro cuerpo, nos obsesionamos con la imagen que proyectamos hacia los demás. Nos bombardean a todas horas con imágenes de mujeres perfectas a las que debemos parecernos, el Gran Hermano de la Belleza nos vigila las 24 horas del día, es el espejo aquel ante quien debemos rendir cuentas. Nos da vergüenza entrar solas a los sitios, necesitamos que nuestras amigas abran la puerta primero o nos acompañen al baño. Al entrar en clase, en el trabajo, en las reuniones familiares…nos sometemos al escrutinio de todos aquellos a nuestro alrededor que van a juzgar nuestro físico, y nosotras mismas encontramos diversión en juzgar y criticar el físico de lxs demás. Y esta espiral insana deriva en terribles consecuencias: rostros y cuerpos deformados por la adicción a la cirugía estética, chicas de todas las edades con graves trastornos alimentarios, mujeres que sufren rechazo social e incluso no encuentran trabajo debido a sus características físicas.

Este mecanismo diabólico, obviamente, no sólo engorda los bolsillos de las grandes corporaciones de la moda y la belleza, sino que también beneficia a las élites mundiales que quieren una población aborregada, esclava, dormida. Y, para ello, ¿qué mejor que conseguir que las mujeres sean vistas por la sociedad (y por ellas mismas) como nada más que un ejército de cuerpos, objetos, muñecas?

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El oncólogo brasileño Drauzio Varella dijo una frase que representa muy bien el mundo actual:

«En el mundo actual se está invirtiendo cinco veces más en medicamentos para la virilidad masculina y en silicona para mujeres que en la cura del Alzheimer. De aquí a algunos años, tendremos ancianos sin problemas de virilidad y ancianas con grandes senos, pero ninguno de ellos se acordará para qué sirven«.

No consintamos esto: despertemos y defendamos nuestra existencia como seres humanos en busca de la verdad, la libertad, el conocimiento. No permitamos nunca más que nos traten como muñecas.

Rompamos espejos, rompamos cánones.

#1 – Nos quieren estúpidas

Antes de que me apaleéis, con esta entrada no quiero decir que las mujeres seamos estúpidas,  pero la verdad es que existe un gigantesco mecanismo en el cual se invierte una gran cantidad de esfuerzo y dinero con el fin de hacernos estúpidas.

Y es que basta con buscar contenidos para mujeres en general en Google para darse cuenta de esto. Si tecleamos «web para mujeres», la primera página que aparece es esta:

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Estamos tan acostumbradas a ver este tipo de páginas, que probablemente no veamos nada raro en ellas. Bien, probemos a buscar «foro para mujeres» en Google. El primer resultado es el famoso portal enfemenino.com, y estos son los subforos que existen:

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Y es en los subforos de la página más visitada por las mujeres hispanohablantes donde mejor podemos ver cuál es el problema. ¿Dónde están la ciencia, la política, la tecnología, la literatura, la historia, el arte…? ¿Dónde se habla del caótico y desenfrenado mundo en el que vivimos, de las complejas relaciones internacionales, del maravilloso pero deteriorado escenario que es nuestro hogar la Tierra, del desconocido Universo? ¿Dónde se critica y cuestiona lo que vemos al nuestro alrededor, dónde se habla de independencia, libertad, de sentirse realizada una misma…?

La respuesta es: en ningún sitio. Y es que las mujeres, sencillamente, no debemos hablar de todo ello: no somos más que muñecas cuyas aspiraciones en la vida son estar bellas, estar delgadas, vestir a la moda, cazar marido, montar un bodorrio, tener bebés, que nuestros niños sean más guapos y más listos que los de [insertar nombre de mujer X], preparar la comida, tener la casa bonita; ¡ah!, y la única «ciencia» que podemos dominar es la astrología.

Todo esto podemos justificarlo pensando que los creadores de estas páginas necesitan obtener beneficios y obviamente sólo van a ofrecer contenidos que interesen a la mayoría de las mujeres, pero lo que debemos preguntarnos es: ¿por qué es esto así? ¿Es acaso nuestra esencia femenina la que nos impide acercarnos a campos como, por ejemplo, la tecnología? Esto no tiene mucho sentido cuando la madre de la programación informática fue una mujer.

No es mi intención ahora comenzar un debate sobre diferencias biológicas entre hombres y mujeres, pero lo cierto es que la mayor parte de nuestros «rituales femeninos» diarios los hacemos porque nos les han inoculado a través de un proceso de manipulación psicológica.

Y es que manipular es, desgraciadamente, terriblemente fácil. Por ejemplo, en los Estados Unidos de la década de los 20 estaba muy mal visto que las mujeres fumaran: se asociaba a la prostitución y ver a una mujer encendiendo un cigarrillo causaba gran rechazo social. Entonces, en 1929, a un publicista llamado Ed Bernays se le ocurrió contratar a un grupo de modelos para que comenzaran a encender cigarrillos en el desfile de Pascua de la ciudad de Nueva York. Los medios bautizaron el acto como «las antorchas de la libertad» y, desde aquel momento, mujeres de todo el mundo las imitaron y el número de adictas al tabaco se multiplicó exponencialmente (con los consiguientes beneficios multimillonarios para las tabacaleras, claro). Si queréis saber más sobre este personaje y esta historia, os recomiendo el documental «El siglo del individualismo».

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¡Miradme, soy una mujer liberada!

Y es que la «liberación» de la mujer es, paradójicamente, uno de los temas favoritos de la industria de la manipulación femenina. Sólo tenemos que fijarnos en el modelo de mujer propuesto por Sexo en Nueva York, una auténtica mujer cosmopolitan aparentemente liberada a nivel sexual, profesional… pero igualmente esclava de su físico y de la imagen que proyecta a los demás. Y digo «aparentemente», porque por ejemplo la liberación profesional sólo existe si eres ejecutiva y tu sueldo te permite comprarte bolsos caros. Nada de trabajar, por ejemplo, investigando, solucionando problemas, enseñando, ayudando a otra gente…o haciendo cualquier otra cosa que te guste.

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Todo esto tan sólo es una pequeña parte de la brutal maquinaria que intenta convertirnos en seres estúpidos. Sí, por supuesto que a los hombres también se les manipula (muchísimo y cada vez más) y también es cierto que hay miles de mujeres maravillosas que se niegan a aceptar su rol de muñecas y deciden liberarse de esta miserable industria de la estupidez. Sin embargo, si eres una de ellas más de una vez te habrás encontrado en un océano de incomprensión (depende del ambiente y el entorno familiar/social en el que te encuentres, claro está) pero esto es cierto en demasiadas ocasiones, especialmente si te interesas por campos o círculos dominados por hombres: muchos te aceptarán como uno más pero otros tantos no estarán por la labor de darte la bienvenida.

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Nena, ¿tú qué pintas aquí? No eres un MA-CHO MA-CHO MEEEEEEEEEN ♫

Y es que, cada vez que una mujer piensa por sí misma, los cimientos de este absurdo pero lucrativo imperio comienzan a tambalearse. Así que, no lo dudes: pregúntate por qué haces lo que haces, por qué piensas lo que piensas y cuestiona todos y cada uno de los roles que se te han asignado.