#15 – El proceso de las divas (II)

En la anterior entrada hablábamos de un fenómeno que llamábamos «El proceso de las divas», por el cual muchas celebridades de la industria musical y cinematográfica pierden su identidad y terminan reducidas a simples caricaturas.

La representación de la mujer en la industria del espectáculo como objeto sexual es un hecho bastante visible y que causa verdadero estupor a las mentes más concienciadas. Pero hay otro hecho igual de preocupante en la industria musical sobre el cual no se reflexiona tanto.

 (Photo by Jason Merritt/Getty Images)

(Photo by Jason Merritt/Getty Images)

Aquí tenemos a Linda Perry. ¿La conocíais de algo? Yo, hasta hace no demasiado tiempo, tampoco. Esta persona montó un grupo a finales de los 80 conocido como 4 Non Blondes, y sacaron un single, What’s Up?, que se hizo bastante conocido (si buscáis la canción es muy probable que os suene). Es una canción que a mí, en lo personal, me parece muy bonita e inspiradora, tanto la música como la letra. El disco entero, en general, Bigger, Better, Faster, More! es buenísimo. Lástima que no sacarán ninguno más.

La banda se terminó desintegrando en 1994. Posteriormente, Linda Perry sacó algunos discos más en solitario que, desgraciadamente, tuvieron poco éxito. Sin embargo, prosiguió su carrera como compositora, componiendo temas para otras cantantes como Christina Aguilera, Gwen Stefani y últimamente Ariana Grande. Estos nombres os suenan más, ¿verdad? Resulta triste y paradójico que Linda, a pesar de su talento como compositora, intérprete musical o como cantante (probablemente mayor que el de las tres personas para las que compone) sea muchísimo menos conocida (y reconocida). Pero es fácil averiguar el  motivo por el cual ocurre esto. Y no tiene nada que ver con la música, por desgracia.

El hecho es que, en la industria musical en particular (y en la del espectáculo en general) las mujeres que se niegan a pasar por el aro quedan condenadas a la invisibilidad, a una especie de limbo en el cual sólo les hacen caso sus contados fans más acérrimos. Otro ejemplo paradigmático de ello es la cantante Sinéad O’Connor, de la cual hablamos en el anterior post. Una cantante de aspecto poco convencional, con personalidad y con una increíble voz de la que no se volvió a saber nada.

Pero el sexismo de la industrial musical no sólo se plasma en la objetificación de las mujeres y en la invisibilización de aquellas que se niegan a ser objetificadas. Hay otro aspecto, que no es tan conocido por no ser tan visual, que son las letras.

Y lo preocupante es que cada vez son más denigrantes.

Para ejemplificar, nuevamente, vamos a poner un fragmento de una canción llamada Blurred Lines de un rapero llamado Robin Thicke. Sí, es una canción con un ritmillo muy pegadizo, con una línea de bajo muy resultona y que habremos tarareado alegremente miles de veces. Aquí está dicho fragmento en versión original:

One thing I ask of you
Lemme be the one you back that ass up to
From Malibu to Paris boo
Had a bitch, but she ain’t bad as you
So, hit me up when you pass through
I’ll give you something big enough to tear your ass in two
Swag on ‘em even when you dress casual
I mean, it’s almost unbearable
In a hundred years not dare would I
Pull a Pharcyde, let you pass me by
Nothin’ like your last guy, he too square for you
He don’t smack that ass and pull your hair like that
So I’m just watching and waitin’
For you to salute the true big pimpin’

Quien domine un poco la lengua anglosajona ya habrá visto algo que huele a humillación pura y dura. Pero como somos hispanoparlantes, os propongo que nos deleitemos con la poética y romántica traducción al castellano:

Una cosa que te pido,
déjame ser al que le arrimes ese culo,
desde Malibú a París.
Tenía una zorra, pero no era tan mala como tú,
así que, sabléame cuando pases (sácame el dinero),
te daré algo lo suficientemente grande
para desgarrarte el culo en dos.
Te mueves sobre ellos incluso cuando vistes informal,
quiero decir, es casi insoportable,
en cien años no me atrevería, ¿verdad?
llama a una zorra de Pharcyde, estás pasando de largo.
Nada como tu último tío, demasiado cuadrado para ti,
no te azota en el culo y te tira del pelo,
así que simplemente observo y espero,
a que saludes al verdadero chulo.

Parafraseando al youtuber Aldo Narejos, ¿para esto los países gastan millones en Planes contra la Violencia de Género? Me diréis, «pero está en inglés, la gente no se escandaliza porque no lo entiende». Mentira, basta prestar atención a la gran mayoría de canciones de reggaeton para darse cuenta de que también son terriblemente vejatorias, y están en nuestro idioma.

Hay que estar jodidamente mal de la cabeza para ver esto como algo normal, y sin embargo, ya lo hemos asimilado como algo totalmente aceptable y corriente. Bailoteamos y canturreamos estas canciones alegremente, a veces incluso en las funciones de fin de curso de los colegios. Y luego nos llevamos las manos en la cabeza cuando sale el caso de una mujer asesinada a manos de su pareja en las noticias, o cuando nuestra hermana, nuestra amiga o nuestra hija sufre una violación o una agresión sexual.

A través de la música, se consigue transmitir un mensaje al cerebro de forma mucho más profunda (no en vano la música militar se utiliza para influir en la psique de los soldados). Y, a través de todas estas letras, nos están inyectando directamente en nuestra mente VIOLENCIA en estado puro. Mensajes como los del reggaeton atentan contra los derechos y la dignidad humanas. Si nos gritaran esos mensajes por la calle nos sentiríamos ofendidas, ¿por qué no lo hacemos cuando suenan con un ritmo chundachunda de fondo en una discoteca?

No podemos quedarnos de brazos cruzados. No podemos conformarnos con lamentarnos de los casos de mujeres asesinadas, ni con confiar en el que el Estado nos ayude a luchar por nuestra libertad y nuestros derechos, porque el Estado es una estructura de poder (y no es la más elevada, por cierto) a la que sólo le interesa perpetuarse en el poder y le importan una mierda las personas. El Estado va a intentar comprarnos con dinero, para que nos mantengamos calladas, pero nunca va a actuar contra la poderosa industria de la propaganda.

Y por ello tenemos que tomar la propaganda. Tenemos que tomar la música, tenemos que tomar el cine, tenemos que tomar las artes. Componer, pensar, crear, y apoyarnos mutuamente… Todas esas cosas que no quieren que hagamos. Y debemos rechazar de pleno, por más que nos llamen radicales, toda manifestación de la industria del espectáculo que pretenda reducirnos a la categoría de muñecas.

Este asunto tiene mucha más importancia de la que pensamos.

Normalmente, valoramos los avances en la situación de la mujer en la medida que accede a los estudios, al mercado de trabajo… Pero todos los «Informes de Género» oficiales (o casi todos) omiten sistemáticamente (qué casualidad) el devastador efecto del aparato propagandístico del Sistema sobre nuestra dignidad y nuestra autoestima. Y es que, en efecto, la propaganda es la punta del iceberg, pero refuerza el resto del iceberg «oculto», que lo conforman otras manifestaciones de sexismo que no son tan evidentes, y nos impide realizarnos plenamente en otros ámbitos de nuestra vida como seres humanos, como puede ser el ámbito profesional, afectivo o familiar.

Además, el nivel del océano está bajando, y la punta del iceberg es cada día más escandalosamente visible.

¿Esperamos a que nuestro barco se estrelle contra el hielo… o luchamos para cambiar el rumbo?

Tatuajes-de-la-rosa-de-los-vientos-1

#14 – El proceso de las divas

Las divas de la música y el cine son auténticos iconos que marcan generaciones enteras.

Personas influyentes, que acaparan los tabloides, conquistan las pantallas y arrebatan toda la atención allá donde van. Los mass media se vuelcan en ellas para averiguar hasta el más insignificante de los aspectos de su vida.

Son, habitualmente, gente que ha empezado en el show business desde muy joven; pero hay un hecho que resulta especialmente espeluznante y es que casi todas estas divas atraviesan por el mismo proceso de forma implacable.

El proceso es el siguiente:

  • Fase 1: La niña buena

Esta es la primera fase por la que atraviesan aquellas divas que entran el negocio desde niñas. Algunas comienzan a tener fama por concursos de talentos de televisión, como Britney Spears o Christina Aguilera (ambas, de hecho, proceden del mismo show llamado The Mickey Mouse Club), y en otras salen de series de televisión como Miley Cyrus y Selena Gomez (ambas proceden de Hannah Montana). Suelen ser niñas adorables, encantadoras, y cargadas del halo de inocencia que inevitablemente acompaña a la infancia. En algunos casos, como en el de Shakira cuando comenzó, incluso se les reconoce su propio talento y se les permite componer sus propias canciones (sí, por increíble que parezca ahora, Shakira comenzó tocando la guitarra y escribiendo ella sola sus propios temas, esto es algo que sólo saben sus verdaderos fans).

  • Fase 2: Sexualización incipiente

En esta fase ocurre lo inevitable: la niña poco a poco se va convirtiendo en una mujer. Le salen tetas (y todos sabemos que a una mujer, cuando le salen tetas, se convierte ipso facto en un trozo de carne) y entonces, de forma progresiva, va importando menos el talento de la artista y el foco de atención se va desviando hacia su físico. La diva cada vez enseña más carne, es obligada a aprender coreografías consideras sexys (que por cierto, cada vez son más simples, últimamente se basan en mover el culo arriba y abajo) y se la conmina a adoptar una actitud cada vez más provocadora, con algunos escándalos puntuales de índole sexual (yo personalmente pienso que las supuestas «filtraciones» de fotos de famosas desnudas a manos de hackers están más que preparadas). En esta fase se encuentran ahora mismo, por ejemplo, Ariana Grande y Taylor Swift.

Las famosas que entran en el show business «de mayores» (a partir de los 18 años) como Rihanna, Katy Perry o Lady Gaga suelen comenzar directamente por esta fase.

  • Fase 3:  Reducción total a un objeto

En esta fase ya no hay marcha atrás: la diva en cuestión es totalmente reducida a la categoría de objeto, normalmente sexual (los casos más notorios en la actualidad son Miley Cyrus y Nicki Minaj) aunque también se puede tratar de un objeto de mofa, sin tanto componente sexual (como ocurrió con la intérprete soul Amy Winehouse).

Las letras de las «canciones» ya sólo hablan de sexo, y en sus videoclips o películas aparecen semidesnudas o completamente desnudas. Son más conocidas por sus escándalos que por su música (si por ejemplo, buscas «Rihanna» en las noticias de Google, encontrarás más artículos sobre fotos suyas sin ropa que sobre sus últimos lanzamientos musicales); tienen relaciones viciosas y conflictivas y suelen consolidarse como consumidoras de drogas y alcohol.

  • Fase 4: Pérdida completa de la personalidad

La objetificación ha sido tal que la artista ya no sabe quién es, y ya no es consciente de su valor intrínseco como persona (verdaderamente se piensa y se siente como muñeca). Suelen aflorar trastornos psicológicos que no son sino la consecuencia de años y años de sometimiento mental, la adicción a las drogas y medicamentos se dispara y necesitan ser internadas en hospitales o centros de rehabilitación. A veces sienten leves mejorías y salen, pero pronto vuelven a caer en el gigantesco vacío en el que se han convertido sus vidas. Se convierten en almas desconsoladas.

statue-670340_1920

En algunos casos, el declive termina con la muerte de la diva en extrañas circunstancias (como ocurrió con Marilyn Monroe o Amy Winehouse); mientras que en otros casos las artistas parecen quedarse de manera indefinida en la Fase 4 o 3 (ya veremos qué les depara el futuro). En cualquier caso, el proceso culmina con la pérdida de identidad de la víctima.

Y sí, digo víctima.

Porque muchos pensarán que estas celebrities no son más que unas zorras que ganan mucho dinero y que son totalmente libres y conscientes de sus actos. Pero la realidad es que son víctimas de un fuerte proceso de programación mental desde su más tierna infancia (y con programación mental me refiero a abuso físico, psíquico y sexual puro y duro). Sinéad O’Connor, una cantante que tuvo su momento de fama en los años 90, le escribió una carta a Miley Cyrus, la cual me permito reproducir parcialmente porque verdaderamente retrata muy bien de qué va esto:

Querida Miley:

[…] Estoy muy preocupada por el hecho de que los que te rodean te han hecho creer, o han alentado tu propia creencia, de que es de alguna manera ‘cool’ salir desnuda y lamiendo martillos en tus videos. De hecho, lo que haces es opacar tu talento al dejarte que te prostituyan, siendo la industria de la música o tú misma tu propia proxeneta.

Nada más que daño vendrá en el largo plazo al permitir que te exploten así. Absolutamente y de ninguna manera lo que haces representa una forma de empoderamiento ni para ti ni para ninguna otra mujer. Lo que estás haciendo es dar el mensaje de que tu valor es tu atractivo sexual más que tu evidente talento. […] Al negocio de la música tú y el resto de nosotros le importamos una mierda. Te prostituirán por todo lo que vales, y de forma muy inteligente, te harán pensar que era lo que tú querías. Cuando termines en rehabilitación como resultado de haber sido prostituida, “ellos” estarán tomando el sol en Antigua con los yates que se compraron por la venta de tu cuerpo. Allí te encontrarás muy sola.

A ninguno de los hombres que te observan tampoco le importas una mierda. No te dejes engañar. Muchas mujeres confunden deseo con amor. Que ellos te deseen sexualmente, no quiere decir que les importas, mucho más si tú misma das a entender que no te quieres ni un poquito. A nadie que realmente le intereses puede aprobar que te dejes prostituir. Y eso te incluye a ti misma”. Sí, estoy sugiriendo que no te valoras a ti misma. Y eso tiene que cambiar. […] Tú vales más que tu cuerpo o tu atractivo sexual. Pero el mundo del espectáculo no ve las cosas de esa manera, les gusta que las cosas se vean de otra forma. Las revistas que te quieren en su portada, o lo que sea, no te hagas ilusiones, todos ellos te quieren porque están haciendo dinero con tu juventud y tu belleza. […]

Le dijiste a la “Rolling Stone” que la mirada de tu video se basa en la mía. La mirada que yo elegí fue una decisión que tomé en un momento en que mi compañía de discos me alentaba para que haga lo que tú estás haciendo. Yo sentí que preferiría ser juzgada por mi talento y no mi aspecto y estoy feliz de haberlo pensado así, sobre todo porque no me veo como antes ahora que tengo casi 47 años de edad y, desgraciadamente, muchas mujeres artistas que han basado su imagen en torno a su sexualidad, terminan en cuando llegan a la edad madura. […] En cuanto a eso de que quieres alejarte de la imagen de Hannah Montana y quien te dijo que desnudarte es la mejor manera de hacerlo está equivocado, no te respetó ni a ti como jovencita ni tu talento. […]

Nos guste o no, las mujeres de esta industria somos modelos a seguir y como tal tenemos que tener mucho cuidado con los mensajes que enviamos a otras mujeres. El mensaje que estás dando ahora es que es muy ‘cool’ prostituirse, y en realidad no es así. Miley, eso es peligroso. Las mujeres deben ser valoradas por algo más que su sexualidad. No somos solo objetos de deseo […]”.

Yo no me voy a centrar tanto en la élite que se oculta tras esto, ni en el obvio impacto que este proceso tiene sobre las mentes más jovenes e influenciables. Voy a hacer más bien hincapié en que esto no es algo único del negocio del espectáculo, sino que es tan sólo la punta del iceberg. Porque en muchas empresas, e incluso en centros educativos, este proceso se repite a pequeña escala: la mujer es paulatinamente reducida a objeto sexual hasta que se desposee completamente de su personalidad; y hay poca cosa que pueda hacer para escapar de esta espiral maldita (no es tan fácil dejar tu puesto de trabajo o tus estudios).

Nos quedamos sólo con la capa superficial, y nos llenamos la boca con palabras como «liberación», «empoderamiento»… Nos creemos una sociedad muy avanzada porque «¡mira! ¡permitimos a las mujeres trabajar y estudiar!», cuando en realidad son demasiadas las que sufren en silencio el machismo más atroz en sus trabajos y en sus escuelas.

¿Y qué papel tenemos nosotras en esto? ¿Cómo podemos cambiar esta grotesca y desagradable realidad?

En el próximo post hablaremos de ello.

#6 – El verano, esa época triste

El día 21 de junio comenzó el verano en el hemisferio norte del planeta Tierra (sé que hay compañeras que me leen desde el hemisferio Sur donde aún no es verano, ¡un abrazo a todas ellas!). El caso es que, a pesar del ambiente soleado y las caras felices de los anuncios de televisión, el verano, para mí, no deja de ser de algún modo una época triste.

A lo largo del año, las personas estamos en constante evolución: las circunstancias de nuestra vida nos hacen reflexionar, cambiar; a lo largo del año reforzamos más aún nuestras convicciones e ideas o bien decidimos romper con todo en lo que habíamos creído hasta ahora; a lo largo del año soñamos y despertamos en un ciclo que finalmente nos enriquece y nos transforma en mejores personas.

Sin embargo, en verano parece que esa maravillosa transformación desaparece por completo, ya que el Sistema ataca más que en cualquier otra época del año para convencernos de que no somos seres humanos, sino muñecas, y para ello saca toda su artillería pesada en forma de anuncios de chicas en bikini, dietas, y una avalancha de contradicciones del tipo:

«Come sano», cuando en realidad quieren decir «no comas»;

«Protégete del Sol», cuando en realidad quieren decir «ponte morena»,

«Disfruta del verano» cuando en realidad quieren decir «esclavízate en verano».

Es en esta época cuando las grandes corporaciones hacen «su agosto» (y nunca mejor dicho) y por ello la maquinaria de manipulación a través de la publicidad está presente en todas partes. Se utiliza a una chica en bikini hasta para vender un reactor nuclear, y en todos los anuncios el apasionante universo de la mujer se reduce a chicas jóvenes que sólo sonríen y muestran su artificial y enfermizo cuerpo; que no hablan, ni opinan, ni sienten; tan sólo son cosas tontas.

¿Es que no véis la clara relación entre las chicas en bikini y la aeronáutica?

¿Es que no véis la clara relación entre las chicas en bikini y la aeronáutica?

Muchxs pueden pensar que estoy exagerando, que no dejarse llevar por la publicidad es tan sólo una cuestión de «tener un poquito de personalidad», pero lo cierto es que se invierten millones y millones para que las mujeres no tengamos personalidad e indudablemente no se gastaría semejante cantidad de dinero si no tuviera efectos más que palpables. Y estos efectos, por más que queramos mirar hacia otro lado, son considerablemente graves.

En primer lugar, en esta época muchas adolescentes, niñas y jóvenes tienen unas largas vacaciones, con más tiempo libre que de costumbre. Y es triste saber cómo gran parte de ese maravilloso tiempo se consume por la obsesión con el físico, algo que es tan efímero; es triste saber cómo todas esas horas que las chicas pasan tomando el sol sin hacer absolutamente nada podrían emplearlas en leer, aprender, experimentar cosas nuevas, charlar con lxs amigxs… Es triste saber cómo todas esas horas que pasan aferradas a la fría máquina de un gimnasio para tener las piernas bonitas las podrían pasar caminando o andando en bici al aire libre, bajo el cobijo de los árboles de un parque… De acuerdo, visto así, esto puede no parecer tan grave, pero echar a perder el limitado tiempo de nuestra vida es una de las cosas más tristes del mundo, es un tiempo que ya nunca se puede recuperar…Y pensaréis: si todas estas chicas deciden pasar su tiempo así, es su problema, nadie debe meterse de por medio… Pero se nos olvida que cada una de estas chicas es potencialmente capaz de cambiar el mundo, y hay un mecanismo que lo impide porque las hace deshumanizarse a ellas mismas, convirtiéndose en meros objetos de exposición.

women for sale

Pero la religión del bikini no sólo nos hace malgastar nuestro tiempo en cosas banales, también tiene consecuencias gravísimas e irreversibles sobre la salud de muchas chicas.

El primer mandamiento de la religión del bikini, «no estarás gorda», se repite como un mantra en revistas, anuncios, e incluso en la boca de nuestros familiares y amigos más cercanos. Y millones de chicas en todo el mundo encuentran la redención dejando de comer. Sí, vale, dicho así no parece tan grave, todxs vemos muy natural y normal dejar de comer para estar delgadx pero…¿¡alguien se imagina a un animal de cualquier otra especie dejando de comer sólo para estar delgado!? Es algo que sin duda va contra la naturaleza de los seres vivos, sin embargo, el constante bombardeo con el mandamiento de «no estarás gorda» lleva a mujeres de todas las edades a sufrir, y hasta a morir, por trastornos alimentarios. Porque somos incapaces de entender que una mujer debe amar y aceptar su cuerpo, y estamos programadxs para rechazar automáticamente a cualquiera cuyo cuerpo no entre dentro de los malditos cánones de belleza.

¡Eres mucho más que un número!

¡Eres mucho más que un número!

El segundo mandamiento, «no estarás blanca», lleva a millones de chicas a meterse en asfixiantes ataúdes blancos llamados «cabinas de rayos uva», o a pasar horas y horas tumbadas en una toalla bajo el Sol a las horas centrales del día. Una vez más, desoímos a la Madre Naturaleza, la cual nos dotó de piel y vello corporal (el cual también arrancamos) precisamente para protegernos del Sol, astro cuya luz es necesaria para la vida en la Tierra pero que también emite algunos rayos nocivos de los que antaño nos protegía la cada vez más deteriorada capa de ozono. En lugar de protegernos del Sol, que sería lo lógico, o en todo caso tomar el sol por poco tiempo a unas horas razonables (que eso tampoco es malo para la salud) nos dedicamos a achicharrarnos como sardinas hasta los límites de la insolación sólo porque alguien nos ha dicho que si estamos blancas no estaremos bellas, no nos aceptarán, no brillaremos, no seremos felices. Y, por no aceptar el color de piel que la naturaleza ha escogido para nosotrxs, corremos el riesgo de sufrir melanoma o cáncer de piel, uno de los tipos de cáncer más complicados que existen. El vídeo «querida yo a los dieciséis» recoge testimonios en primera persona de chicas y chicos jóvenes que han sufrido este horrible tipo de cáncer.

Vive rápido, muere joven y deja un bonito (y bronceado) cadáver

Vive rápido, muere joven y deja un bonito (y bronceado) cadáver

Ahora, en verano, por todas partes proliferan mensajes en los medios de comunicación que dicen «en verano, CUÍDATE». Yo desde aquí tan sólo quiero revelaros que es mentira, que no quieren ni les interesa lo más mínimo que cuidéis vuestro cuerpo, sino que lo odiéis, que lo destruyáis, que sacrifiquéis lo único que verdaderamente os pertenece que es vuestro cuerpo y vuestra mente a su dios, el dios del capitalismo, el dios del dinero.

La verdadera revolución comienza cuando nos encontramos en paz con nosotrxs mismxs y comprendemos el verdadero poder de nuestro cuerpo y nuestra mente.

¡Libera tu mente!

¡Libera tu mente!