#7 – Tres mentiras y una verdad sobre el feminismo

El feminismo es algo que no deja ni nunca ha dejado indiferente a nadie: difícil de definir con exactitud, hay quien lo ve como una oportunidad y hay quien lo ve como una amenaza; unos lo consideran un éxito y otros un fracaso; para mí, el feminismo ha sido, en cierto modo, una revolución secuestrada (en próximos posts hablaré de ello). Lo que está claro es que miles de chicas jóvenes, que al fin y al cabo son a las que me dirijo en este blog, se acercan al feminismo con miedo, confusión, dudas, absorbiendo todos los prejuicios que flotan en el aire de nuestra malsana sociedad; y con este post lo que quiero es derrumbar esos mitos (algunos titulares están escritos en un tono exagerado para dar un toque de humor, pero en el fondo no se alejan demasiado de lo que realmente piensa la gente…).

1) El feminismo quiere imponer la Gran Dictadura Mundial del Coño y rebajar al Enemigo Varón a la condición de esclavo sexual

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FALSO. El feminismo, al igual que todas las demás revoluciones sociales, busca la igualdad entre todos los seres humanos, que ningún grupo imponga de forma coactiva su poder sobre otro y que no se tolere la discriminación, en este caso por razón de sexo. El feminismo denuncia la opresión que han sufrido sistemáticamente las mujeres y niñas de todas las culturas a lo largo de toda la historia (sí, incluida la sociedad occidental y la época actual) a las cuales se ha tratado y se trata, según convenga, como ganado, como una posesión o como una mera máquina de parir esclavos que trabajen y consuman en beneficio del Sistema; pero no creemos que la opresión deba remediarse con más opresión, no queremos un «machismo a la inversa»: queremos la libertad efectiva para todas las personas, una sociedad inclusiva donde fluya el pensamiento crítico, cuente la opinión de todxs y no se reduzca al ser humano (sea hombre o mujer) a una simple máquina de producir y consumir. Y no, tampoco creemos que «el enemigo» sean los hombres en general, el verdadero enemigo es el Sistema que controla física y mentalmente a lxs ciudadanxs, utilizando herramientas como la exclusión, la discriminación, y por tanto también el machismo, para limitar las posibilidades del ser humano y apropiarse de su energía, de su tiempo y de su vida.

2) Las feministas son feas, sucias y malfolladas y si son feministas es porque están amargadas y nadie quiere darlas «mandanga de la buena»

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FALSO. Estos son los argumentos más infantiles (pero por desgracia también los más efectivos) que utiliza el Sistema para que las mujeres tengan «miedo» a acercarse al feminismo, que tengan cuidado de no parecer «demasiado feministas». Pero basta utilizar la lógica y la razón para darse cuenta de que esta caricatura de las feministas no puede ser más irreal. En primer lugar, las feministas no son feas, pero entienden que su misión en la vida no es ser guapas, entienden que tienen cabeza para pensar, boca para opinar y manos para construir, que no son meros objetos de exposición. Hay feministas que llevan pelo corto, sudadera y zapatillas, y las hay también con pelo largo, minifalda y sandalias; pero por favor, dejemos de fijarnos en los malditos envoltorios, lo que las hace verdaderamente valiosas es la energía y la fuerza que albergan en su interior. Y respecto al otro mito…las feministas, lejos de estar amargadas, disfrutan incluso más de sus relaciones afectivas y sexuales, porque tienen menos complejos y menos prejuicios rancios respecto al amor y la sexualidad.

3) Las feministas son unas fanáticas radicales locas con las que no se puede dialogar y que sacrifican jóvenes doncellas a Satán

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FALSO. La verdad es que yo hace algunos años también tenía este prejuicio, era consciente de la cantidad de injusticias que se cometen contra la mujer pero, probablemente influida por familiares, amigxs y sobre todo por los medios de la comunicación, veía a las feministas demasiado intolerantes y dogmáticas. Sin embargo, un buen día apagué la tele y comencé a moverme por los círculos feministas de mi ciudad, asistir a reuniones, talleres… y allí sólo me encontré personas críticas, despiertas, con la mente abierta y de lo más tolerantes con las opiniones de los demás. Dentro del feminismo existen una gran cantidad de corrientes y opiniones, pero si a pesar de todo sigues pensando que las feministas son dogmáticas, ¡con más razón te necesitamos en el movimiento!, porque el dogmatismo y las mentes cerradas siempre terminan por destruir toda revolución.

4) El mundo está lleno de falsas (y falsos) feministas

VERDADERO. Por desgracia, el feminismo es utilizado como arma política por los altos cargos de los gobiernos y las corporaciones para ganar popularidad, votos, para dar «buena imagen». Inflan sus discursos con elogios vacíos a la mujer y se les llena la boca de términos como «igualdad» y «género», pero, siendo honestos, si a toda esta gente les importa una mierda el destino de la Humanidad y del Planeta, ¿cómo les van a importar los problemas de las mujeres? Esta hipocresía llega hasta límites absurdos, como un banco que decidió regalar una bayeta a sus empleadas y un alcalde que decidió regalar un delantal a las vecinas por el Día de la Mujer Trabajadora.

La aplastante presencia de mujeres en la Cumbre Mundial de la Mujer

La aplastante presencia de mujeres en la Cumbre Mundial de la Mujer

Toda esta gente jamás se autodefinirá como «machista» o «sexista», incluso muchos no tienen ningún reparo en declarar ser «feministas», pero lo cierto es que el verdadero feminismo, el que se organiza y lucha desde la base, les da auténtico miedo.

De hecho, si todos estos prejuicios sobre el feminismo que he enumerado anteriormente están anclados en la mente de las personas, a pesar de que no es «políticamente correcto» expresarlos en público, es por miedo, es porque el Sistema tiene miedo de que las personas dejen de sentirse limitadas por los roles asignados a su género, dejen de sentirse robots programables en todos los ámbitos de la vida y empiecen a sentirse personas libres con capacidad de pensamiento pronto.

Mientras tanto, nosotras seguimos, de algún modo, prisioneras en la cárcel de nuestra propia mente, y el feminismo es una llave más que nos permitirá ir desbloqueando, poco a poco, la pesada puerta metálica de nuestra prisión. Acerquémonos sin miedo, construyendo y luchando juntas, manteniendo siempre una actitud crítica.

Al principio hay que soportar el esfuerzo…pero después nada importará que nos llamen feas, gordas, amargadas, locas. Nosotras nos sentiremos libres.